La noche del 27 de abril de 1984 quedaría marcada con uno de los episodios más recordados en la política ecuatoriana. Los candidatos presidenciales Rodrigo Borja Cevallos y León Febres Cordero discutieron sus planes de Gobierno. El debate, transmitido por cadena nacional de televisión y de radio, acaparó la atención de los ciudadanos.

El moderador era Alejandro Carrión. Febres Cordero arremetía en contra de Borja, quien se defendía y esquivaba los argumentos del candidato del Partido Social Cristiano.

Quedan aún en la memoria colectiva cuando en reiteradas ocasiones Febres Cordero le exigía al aspirante por la Izquierda Democrática que lo mirara a los ojos al hablarle.

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Casi 40 años después, este debate aún mueve fibras. Y hoy es una buena oportunidad para recordar los pocos careos que han tenido los candidatos presidenciales previo a las elecciones de segunda vuelta. Los exasambleístas Daniel Noboa y Luisa González discuten esta noche sus propuestas para llegar al Palacio de Carondelet.

Para el consultor político Oswaldo Moreno, en la campaña de 1984 “la potencia, la contundencia y la fuerza que puso Febres Cordero en el debate hizo que lo ganara abiertamente”.

En esa época, los canales televisivos estaban en pleno auge. Y la exposición de los candidatos a través de medios de comunicación era vital para dar a conocer sus propuestas.

“Más allá del formato de cadena nacional en que se transmitió el debate fue la contundencia que tuvo Febres Cordero frente a Borja. Creo que este último subestimó a su rival, no esperaba que Febres Cordero fuera tan potente, que fuera tan preparado”, explicó Moreno.

En los últimos 50 años se han desarrollado cuatro debates entre los candidatos presidenciales finalistas. Por ello, el de Borja y Febres Cordero sigue en la retina de la población que vivió esa época. Pero años antes, en 1979, se registró la primera deliberación televisada entre los aspirantes a la primera magistratura.

Sixto Durán Ballén, de la coalición Frente Nacional Constitucionalista, y Jaime Roldós Aguilera, de la Concentración de Fuerzas Populares (CFP), expusieron sus planes de Gobierno. En esa época el país estaba bajo el mando del régimen militar que constantemente ponía trabas al proceso electoral.

Roldós denunció que el Tribunal Supremo Electoral de esa época “estaba manejado por la dictadura”, lo que fue rechazado por Durán Ballén.

“Lamento tener que hablar así. Esta noche voy a hablar con un tono de serenidad, quiero guardar la altura y la compostura necesaria ante el país. Porque este país está repleto de adjetivos en materia política y es muy fácil sembrar, por el sendero de la duda, el camino hacia la burla más sangrienta hacia las aspiraciones populares”, dijo Roldós.

Los ecuatorianos que fueron testigos de esos debates los recuerdan. “En Guayaquil tuvo una respuesta magnífica León Febres Cordero. El debate lo vi con mis padres y ellos, a pesar de no ser partidarios de los socialcristianos, le dieron el respaldo después del debate”, rememoró la ciudadana Lorena Rodríguez, de 62 años, quien habita en la ciudadela La Garzota, en el norte guayaquileño.

Franklin Moreno Quezada, exintegrante de la Cámara Nacional de Representantes, indicó que los debates entre candidatos fortalecen la democracia. Rememoró que en 1966 fue uno de los pioneros en este tipo de actividades cuando, al ser parte de la Coalición Institucionalista Democrática (CID), deliberó con el político Abdón Calderón.

“Ahora los debates son diferentes. El que recordamos con altura es el que hizo León Febres Cordero a Rodrigo Borja Cevallos y que sorprendió con las palabras ‘míreme a los ojos’. Los políticos anteriores teníamos madera, formación y objetivos. Había civismo y un deseo desesperado de servir a las clases sociales”, dijo Moreno Quezada, exdiputado nacional.

El último debate entre los candidatos presidenciales finalistas se registró el 21 de marzo del 2021, entre el correísta Andrés Arauz, hoy aspirante a la vicepresidencia en binomio con González; y el actual mandatario, Guillermo Lasso.

Para Oswaldo Moreno, el desarrollo de un debate entre los aspirantes a Carondelet debe ser institucionalizado, pero con la participación de varios actores, como las universidades.

“El formato que le ha dado el CNE deja bastante que desear. Creo que es poco amigable, no deja desarrollar las ideas, falta espacio para que los candidatos se luzcan, indistintamente de la tendencia”, sostuvo el consultor.

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