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Daniel Noboa
En Manta, el presidente, Daniel Noboa, y otras autoridades encabezaron la Mesa de Seguridad.Efe

Daniel Noboa intentó hacer populismo periodístico

ANÁLISIS. El gran problema de esta pieza comunicacional es que era grabada y salió el día en que se supo que alias Fito había escapado de la cárcel

“¿Nervios?”. Con esa pregunta hecha a quemarropa al periodista José Delgado por uno de sus asistentes, arranca el último segmento del programa ‘Verdades urbanas’, del domingo 7 de enero en TC Televisión (canal administrado por el Gobierno), que consistía en una entrevista al presidente Daniel Noboa. A la interrogante se la escucha en medio de una pista sonora digna de un thriller de altísima tensión. 

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“Nervios, no, no, no…”, responde un dubitativo Delgado, que aparece manejando su carro para llegar al lugar de la entrevista. Casi de inmediato, el periodista concede y afirma que sí puede haber algo de nervios porque es la primera vez en sus 30 años de carrera que tiene una “exclusiva” con un presidente de la República. En las imágenes posteriores, se ve a este periodista, célebre por sus particularísimas coberturas de crónica roja, conduciendo por zonas afectadas por la violencia y la pobreza, y a las que se las presenta como a territorio comanche. 

La delincuencia, el desempleo, la droga, las vacunas y, claro, la entrevista son los temas sobre los que charlan Delgado y su equipo mientras avanzan al lugar escogido para la cita: la explanada del Museo de Antropología y Arte Moderno, MAAC. Todo lo que se ve y escucha en el video crea la atmósfera de un operativo comando, donde el periodista cruza zonas minadas para llegar a la entrevista con un presidente que es, como dice el propio Delgado, un joven que está dispuesto a luchar para liberar al país del hampa y la pobreza.

Lo del más reciente episodio de ‘Verdades Urbanas’ es un ejercicio de comunicación política puro y duro, concebido por algún asesor que convenció a Carondelet que esa es la forma de llevar el discurso del presidente al pueblo, al verdadero pueblo y no a la élite de los medios, de los odiadores de Twitter o de los chismosos chats en WhatsApp. El razonamiento debe haber sido más o menos así: lo que el presidente diga con José Delgado sobre la consulta, sobre las cárceles y el empleo llegará de lleno a la gente de la calle, a ese sector que es el que finalmente vota y que no está contaminado por un puñado de analistas políticos amargados.

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Una suerte de sabatina, pero mucho más inteligente y eficaz, porque se pondrá en escena a un presidente que llega a la entrevista como si estuviera en medio de una guerra civil, rodeado por militares y agentes de inteligencia que cuidan por su abnegada existencia. “Esto es periodismo social donde la gente tiene respuestas más que preguntas”, había largado Delgado poco antes, con gran convencimiento, como para no dejar dudas de las intenciones de la entrevista.

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Durante el encuentro no hay novedades: nada que sirva para un titular periodístico. Siempre al aire libre y con las imágenes de fondo del río Guayas y francotiradores por todo lado, Noboa se da un paseo con las preguntas de Delgado, repitiendo cosas que ha dicho en distintas ocasiones. “Habla poco, pero con mucho condumio”, había advertido poco antes Delgado. Cómodo, sonreído y distendido, habla de sus planes para las cárceles, sobre las virtudes de las preguntas para la consulta y del Plan Fénix. Hasta sobre cómo el presidente hace deporte y sobre cómo algunos odiadores lo critican por aquello, conversan Delgado y Noboa: muy fit el presidente con su camiseta negra pegada al cuerpo y sus skinny jeans que quién sabe cuánto pueden llegar a costar.

El gran problema de esta pieza de populismo comunicacional es que era grabada y salió precisamente el día en que se supo que alias Fito había escapado de la cárcel. Escuchar, entonces, a Noboa sobre sus magníficos planes carcelarios y sobre cómo piensa aislar a los capos del narcotráfico en celdas especialísimas, resultó algo más que cómico: fue trágico. ¿A nadie en el Gobierno se le ocurrió que era mejor suspenderla porque Fito había desaparecido? Alguien debió haber advertido a Carondelet que lo de la fuga de Fito le preocupa tanto a la gente de la calle como a los amargados de Twitter.

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