PABLO SUÁREZ OFTALMÓLOGO
Labor. Desde junio las atenciones a los pacientes con problemas oculares se empezó a normalizar.Cortesía

Ojos secos y orzuelos, los mayores problemas durante la pandemia de coronavirus

Pablo Suárez, subdirector de la Fundación Vista para Ciegos de Quito, cuenta cómo fue la atención durante la emergencia sanitaria

Un niño jugando se metió un palo en el ojo. En las mismas circunstancias otro que jugaba en el patio recibió un cuerpo extraño en su ojo. Dos mujeres mientras lavaban los platos, uno de ellos se rompió y un pedazo se alojó en sus ojos y les provocó un trauma conjuntival. Fueron las cuatro emergencias más graves que atendió la Fundación Vista para Ciegos, ubicada en el norte de Quito.

Todos requirieron cirugía de emergencia. Sus chequeos postoperatorios tuvieron que ser presenciales hasta el momento del alta. Ocurrió entre marzo y los primeros días de junio, durante el confinamiento producto de la pandemia de coronavirus.

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El oftalmólogo Pablo Suárez es el subdirector de la Fundación que tiene ya 52 años de vida. Durante la pandemia la atención fue por telemedicina. Dice que fue una situación complicada pero se dieron modos de llegar a sus pacientes. La incertidumbre y el miedo redujeron el número de atenciones.

Normalmente en esa Fundación, en la que también existe una clínica de atención privada, se reciben entre 30 y 35 pacientes diarios, más de 1.000 al mes. Pero en la emergencia sanitaria la demanda bajó a casi el 10 %. Había temor de los pacientes de salir y de los expertos en atender. Gracias a las redes sociales llegaron con sus mensajes. El especialista cuenta que hacían citas por la plataforma zoom o por facetime.

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Pedían fotos para el examen externo. Las recetas les llegaban a los correos electrónicos para que adquieran la medicación. Pero, si es que la patología era grave, llamaban a los pacientes para que sepan los riesgos que afrontaban y se presenten a una cita presencial.

Unos 100 pacientes se atendieron por telemedicina. Los contactos se hacían por un teléfono de emergencia que manejaba el guardia de turno. Él refería a los pacientes. Por la página de Facebook se enviaban consejos, tips sobre cuidados y salud visual. La base de datos con los pacientes de la parte privada les permitió llegar con saludos y con información importante.

La Fundación cuenta con 25 personas entre personal administrativo, paramédico y médico. Se manejan todas las subespecialidades de Oftalmología como clínica, quirúrgica, de córnea, catarata, superficie ocular, glaucoma, retina y oculoplástica.

Además de los cuatro casos graves que requirieron intervención quirúrgica los principales problemas que atendieron fueron ojos secos, conjuntivitis alérgica y orzuelo. Suárez explica que eso se debió al encierro. En el caso del ojo seco fue por el teletrabajo. Las atenciones también fueron por algunas enfermedades relacionadas con COVID-19. Hubo pacientes con parálisis facial, migrañas importantes secundaria al COVI-19 y escleritis, también secundaria al COVID que también pudo origirase en el estrés.

Las edades de los pacientes variaban. Por ejemplo, en el caso de ojo seco las molestias se presentaban en adolescentes y en personas de 25 a 35 años en teletrabajo. Los orzuelos se habían dado desde los 15 a los 40 años y en cuanto a la conjuntivitis alérgica y blefaritis de párpados, las edades iban de 30 a 60 años.

No todo se curaba con medicina. También se apelaba a la aplicación de compresas calientes para el caso de los orzuelos a los que complementaba medicación ocular.

Las atenciones también fueron para pacientes con estrés, gastritis o problemas de piel acompañados de ansiedad y depresión.

El 80 % de atenciones es para pacientes es del sur de la capital. Un 10 % de la demanda es de los Valles y el otro 10 % viene del norte y resto es para pacientes de Ambato, Riobamba, Ibarra, Guaranda. El especialista concluye que durante la pandemia las enfermedades comunes se agudizaron. Desde junio mediados y finales de junio la demanda de pacientes empezó a subir lentamente.

Una entrevista de trabajo social mide ingresos, egresos, condición socioeconómica y sobre esa base se determina el valor que deben cancelar. Los médicos ganan sueldo fijo basado en la tabla nacional, no cobran por la cirugía, reciben sí una bonificación pero pueden operar uno o 100 pacientes. En la Fundación los cobros son mínimos y solo por insumos o requerimientos básicos.