
Un último cóctel en la India, el símbolo de la mayor reforma fiscal
Un nuevo arancel del 40 % entró en vigor para los artículos considerados nocivos o de lujo
En la India conviven dos mundos: el de las bodas millonarias con coches de lujo y joyas importadas, y el de millones de familias que ajustan cada rupia para pagar la cesta diaria en un país con más de 1.400 millones de habitantes.
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Este septiembre entró en vigor una reforma fiscal que toca directamente el consumo, desde el precio del arroz hasta la última copa en los bares de las zonas más acomodadas, y que busca marcar con claridad la diferencia entre lo que el Gobierno considera necesario y lo que clasifica como suntuario, encareciendo un lujo que ya era minoritario.
Hasta ahora, el impuesto sobre bienes y servicios en la India se dividía en cuatro tramos del 5, 12, 18 y 28 %, un esquema que con frecuencia generaba confusión entre consumidores y empresas y que era criticado por su complejidad administrativa.
Con la reforma, el Ejecutivo de Narendra Modi, en lo que presume como la “fiesta del ahorro”, ha simplificado el sistema en dos grandes categorías y un tipo adicional: los productos esenciales quedan exentos o tributan al 5 %, la mayoría de bienes y servicios se gravan al 18 %, y un nuevo tipo del 40 % se reserva para los artículos considerados nocivos o de lujo, desde coches de alta gama hasta bebidas azucaradas y tabaco.
La medida abarata el arroz, las medicinas y productos de higiene personal, además de reducir del 28 al 18 % el gravamen sobre electrodomésticos y aparatos de consumo masivo, y al mismo tiempo encarece con fuerza los consumos vinculados al lujo.
La clase media, que en la India se expande año tras año y sostiene buena parte del consumo urbano, percibe la reforma como un doble movimiento: alivio en lo cotidiano y freno en las aspiraciones.
Los negocios todavía no sienten plenamente el efecto de la medida
“Las personas no van a comprar dos coches, al menos no con tanta frecuencia”, señala Gushlan, padre de familia en Nueva Delhi, en referencia a un lujo que ahora resulta todavía más exclusivo. En Goa, uno de los destinos turísticos más populares de la India, los negocios todavía no sienten plenamente el efecto de la medida, pero el sector sabe que los precios cambiarán en cuanto se agoten las existencias anteriores a la reforma”.
De momento no hemos notado cambios porque seguimos trabajando con stock anterior, pero en cuanto se acabe veremos reflejado el aumento, aunque no creo que golpee al sector, simplemente lo regula”, explica Ritik, responsable de un bar en un hotel de la playa de Agonda.
Entre las clases más acomodadas, la reforma se percibe con cierta distancia. Nikisha Jain, originaria de Bombay, admite que los cambios no alteran la vida de las familias ricas, pero sí redefinen cómo se distribuye el consumo.
“Los lujos de alto nivel tributan ahora al 40 %, así que las indulgencias son claramente más caras. Esto hace que el sistema sea en cierto modo más progresivo, porque ayuda al consumidor común al tiempo que pide más a los ricos por su gasto en lujos”, explica.
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