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Guerrillas
Cada vez son más jóvenes los que se unen a las fuerzas de resistencia civil en Birmania.EFE

Jóvenes en guerrillas de resistencia

En Birmania, cientos de chicos dejan sus hogares con el único objetivo de ayudar en el derrocamiento de la junta militar

Cientos de jóvenes de la minoría chin en el oeste de Birmania (Myanmar) llevan meses uniéndose a la fuerza de resistencia civil contra la junta militar y recibiendo entrenamiento en el Campamento Victoria, el cuartel general del Ejército Nacional Chin (CNA) cerca de la frontera con la India.

Los nuevos reclutas proceden de todos los estratos de la sociedad civil, incluidos estudiantes, informáticos, taxistas o maestros de escuela, unidos con el único objetivo de derrocar a la junta militar que ocupa el poder desde el golpe de hace un año, en el que expulsaron al Gobierno elegido democráticamente.

“Cientos de adolescentes han dejado sus hogares para luchar contra la junta (...) Los militares saquearon e incendiaron muchas aldeas en el estado de Chin. Estos jóvenes no tienen a dónde ir más que a entrenar con nosotros y restaurar la democracia en Myanmar”, afirmó desde el campamento el portavoz del CNA, Salai Htet Ni.

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Desde el golpe del 1 de febrero de 2021, el Tatmadaw, como se conoce al Ejército birmano, ha respondido a la oposición disparando contra manifestantes o atacando aldeas. Más de 1.500 personas han muerto, según los datos de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos, y unos 9.200 opositores han sido detenidos.

El Ejército justifica el golpe de Estado por un presunto fraude masivo durante las elecciones generales de noviembre de 2020, en las que arrasó el partido de la depuesta líder Aung San Suu Kyi, como ya hizo en 2015, con el aval de observadores internacionales.

El portavoz de la guerrilla, que es también el secretario general del Frente Nacional Chin, el brazo político del CNA, insiste en que “la dura realidad del gobierno militar no les ha dejado otra opción” a los jóvenes que la de unirse a las fuerzas de resistencia.

“Pueden atacarnos de nuevo en cualquier momento. Necesitamos estar preparados”, sentencia Salai Htet Ni desde esta montañosa región fronteriza con el estado indio de Mizoram, con el que comparten con su población estrechos lazos culturales y étnicos.

Unos 20.000 refugiados birmanos han buscado protección en Mizoram, entre ellos varios miembros en el exilio de la oposición democrática a la junta militar, el llamado Gobierno de Unidad Nacional (NUG), incluidos antiguos parlamentarios y activistas.

Entre los que optaron por permanecer en territorio birmano están los jóvenes reclutas, decididos a pasar a engrosar las filas de la milicia civil Fuerza de Defensa Chin, leal al NUG, para expulsar a la junta militar y reinstaurar la democracia en el país.

“Estoy seguro de que no huiré ni volveré a vivir bajo el régimen militar. Resistiré hasta que se restablezca el gobierno legítimo en Myanmar”, aseguró a Efe el joven Khamong, desde el campo de entrenamiento en el que suelen permanecer entre dos y tres semanas.

Los recursos de los que disponen son escasos, reconoce el portavoz Htet Ni: “El gran inconveniente es la falta de armas y municiones, los entrenamos con fusiles de madera y armas de fuego fabricadas en el país”, explica.

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A pesar de las limitaciones, el portavoz subraya que el CNA o la Fuerza de Defensa Chin son una parte fundamental de la “guerra defensiva” declarada el pasado septiembre por el Gobierno de Unidad Nacional contra el Ejército Birmano.

Desde entonces se han intensificado los ataques del Tatmadaw, que los ha declarado organizaciones terroristas y buscan retomar el control de la región, pero el portavoz asegura que están listos para hacer frente a los militares.

“La CNA ha entrenado a jóvenes voluntarios y ha creado una aguerrida resistencia. Nos hemos convertido en un gran obstáculo en el intento de supresión del gobierno de la junta a través del Tatmadaw. Tenemos que prepararnos para mayores batallas”, sentenció.