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CARACAS. Un trabajador sanitario posa mientras hace guardia este jueves, en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, en La Guaira.Rayner Peña R. / EFE

Coronavirus: ¿El mundo está en guerra?

La crisis sanitaria que afecta a cientos de países impone una inestabilidad económica y social, muy parecida a una fase de guerra en el planeta.

Según muchos líderes políticos, el mundo entró en guerra contra el coronavirus, ¿pero es comparable una pandemia a un conflicto? Si bien expertos reconocen el efecto movilizador de la jerga bélica, también alertan contra el hartazgo de la población, buena parte resignada en el sofá de casa. "Estamos en guerra", repitió ocho veces el presidente francés Emmanuel Macron en un discurso a la nación el 16 de marzo, en el que anunció el endurecimiento de las medidas de confinamiento de los franceses. Otros dirigentes retomaron el término:, desde Donald Trump, que se definió como "un presidente en tiempos de guerra", hasta el español Pedro Sánchez ("Europa está en guerra"), pasando por el gobernador del Estado de Sao Paulo, Joao Doria, ("No estamos de vacaciones, estamos en una guerra"). El término "guerra", ya sea empleado en la lucha contra el yihadismo, el narcotráfico o una epidemia, busca apelar según los observadores a la unidad nacional, de manera que la sociedad en su conjunto se movilice junto al Estado detrás de la misma causa.

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No se declara la guerra a un virus: se le investiga, se trata de controlar su velocidad de propagación, hallar (...) una vacuna. Entre tanto, se protege y se trata a todos los enfermos. En una palabra, se aprende a vivir con el virus.

Maxime Combes,
economista y portavoz de la organización altermundialista ATTAC

En el caso particular del coronavirus, también es citado con el fin de que la sociedad "tome conciencia del peligro", explica Jean-Pierre Maulny, director adjunto del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París. Fue el caso del presidente Macron, que no escondió en su discurso su indignación de ver a muchos franceses apiñados en parques y mercados pese al riesgo de contagio.

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BUCAREST. Militares controlan el movimiento en esta capital europea, como parte de las medidas que Rumania toma por la pandemia del coronavirus.DANIEL MIHAILESCU / AFP
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Economía de guerra

Según Maulny, se dan además "criterios objetivos" para comparar la pandemia a una guerra. "En primer lugar, hay un enemigo, que es el virus, y obliga al Estado a tomar disposiciones excepcionales", como el confinamiento generalizado de la población, explica. "También nos encontramos con una economía de guerra", que incluye la posibilidad de que el Estado se endeude por encima del límite legal, la aprobación de medidas financieras excepcionales de apoyo a las empresas y un aumento del presupuesto militar. Finalmente, "tenemos soldados, que son sobre todo nuestros médicos y enfermeros. La gente sale cada tarde a los balcones a aplaudirlos", de la misma manera que los civiles se movilizan para apoyar a los combatientes en el frente, indica Maulny.

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BRASILIA. Soldados protegidos con equipos sanitarios, desinfectan un tren urbano, una medida que busca atenuar la crisis sanitaria que enfrenta Brasil.CARL DE SOUZA / AFP

Defensa pasiva

Pero esta comparación por parte de la clase dirigente también puede acabar siendo contraproducente. "Es legítimo apelar a esta metáfora de la guerra", coincide Bénédicte Cheron, doctorada en historia y especialista en relaciones ejército-sociedad. Es además "un campo semántico frecuente para el poder político cuando está en dificultades ante una crisis. Busca reforzar su posición soberana y mostrar su poderío". Pero, afirma, es "solo una comparación, no es la realidad" de la pandemia. Así, cuando el término "es utilizado de forma sistemática y en todos los ámbitos, hay un riesgo de banalización y por tanto de desmovilización y saturación" de la sociedad, según Cheron. Como ejemplo, cita al ministro francés de Agricultura, Didier Guillaume, quien llamó a quienes están desocupados a "unirse al gran ejército de la agricultura" y desplazarse al campo a echar una mano en las cosechas. "Y ya que hablamos de guerra, lo más adecuado en esta situación", en que buena parte de la población mundial no puede salir de casa, "sería hablar de defensa pasiva", como durante los bombardeos alemanes contra Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial. Se instaba a la población a mantener "la calma y la sangre fría por el bien común".

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ROMA. Policías armados toman control del paso de peatones en la Plaza San Pedro, de Ciudad del Vaticano, que aparece desolada por la cuarentena que pesa en toda Italia.FILIPPO MONTEFORTE / AFP

Próximas víctimas

Otros descartan toda equiparación a una guerra. "No se declara la guerra a un virus: se le investiga, se trata de controlar su velocidad de propagación, hallar (...) una vacuna. Entre tanto, se protege y se trata a todos los enfermos. En una palabra, se aprende a vivir con el virus", estima por su parte Maxime Combes, economista y portavoz de la organización altermundialista ATTAC. Algunos comentaristas también arremeten contra el uso del término, como el colaborador del diario británico Guardian, Simon Tisdall, para quien la comparación "solo sirve para alimentar el miedo". "Líderes mundiales, aparquen este vocabulario bélico. Ustedes podrían ser las próximas víctimas (políticas)", afirma. Finalmente, ¿podría el coronavirus dejar tantos muertos como una guerra? Los centenares de muertes diarias en Italia y España y las previsiones de algunos científicos pueden hacer temer lo peor, pero es "demasiado temprano para saberlo", según Maulny. "Precisamente, se toman medidas de guerra para evitar encontrarnos con los mismos efectos de una guerra", añade.

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GAZA. Brigadas de las fuerzas palestinas recorren una avenida para desinfectar  el sector, como medida de prevención por el coronavirus.SAID KHATIB / AFP