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Protestas en Bielorrusia
Una pareja mira a los manifestantes desde un balcón durante una marcha de partidarios de la posición en Minsk.AFP

Bielorrusos exigen la renuncia de Lukashenko

Una marea ciudadana desafía al Gobierno y exigen la salida del presidente, que dirige el país con mano de hierro desde hace 26 años,

Una marea humana volvió a desafiar este domingo al presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, en el marco de una serie de multitudinarias protestas que se celebraron tanto en Minsk como en otras ciudades bielorrusas.

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“Vete”, “Podemos, ganaremos” y “Viva Bielorrusia”, fueron las principales consignas coreadas por los manifestantes, que salieron a las calles de esa antigua república soviética para protestar contra los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 9 de agosto.

La principal marcha opositora se celebró en Minsk, donde la oposición reunió a cerca de 200.000 personas, repitiendo así el éxito de la convocatoria de la semana pasada, según sus propios cálculos.

El acto en Minsk contó con la asistencia de los dirigentes opositores María Kolésnikova y Pável Latushko, ambos miembros del presidium del consejo coordinador para el traspaso pacífico del poder en el país, según imágenes difundidas en medios bielorrusos.

Al intervenir ante los manifestantes, Kolésnikova llamó a continuar las protestas y el boicot a las autoridades, al tiempo que comparó la “resistencia” bielorrusa con una maratón que los opositores van a ganar, prometió.

Las protestas contra los resultados de las elecciones en Bielorrusia se han saldado hasta ahora con cerca de 7.000 detenidos y decenas de desaparecidos. Ayer, los medios bielorrusos informaron sobre la muerte de uno de los manifestantes cuyo paradero se desconocía desde el pasado día 12.

Simultáneamente con las manifestaciones de la oposición, la policía reforzó su presencia y tuvo lugar actos de los partidarios del Lukashenko

Las autoridades han confirmado hasta ahora la muerte de tres personas durante las protestas que estallaron en el país tras el anuncio de los resultados electorales, aunque los activistas afirman que su número es al menos el doble.

Este domingo, en algunas ciudades bielorrusas los manifestantes homenajearon la memoria de los muertos durante la crisis política en el país con un minuto de silencio.

El homenaje quedó interrumpido por sendos anuncios hechos por las fuerzas del orden por megafonía en Minsk y Gomel, a lo que los congregados respondieron “Vete” o “No olvidaremos y no perdonaremos”, según grabaciones difundidas en redes sociales.

Desde las primeras horas de la mañana la policía reforzó su presencia en el centro de la capital bielorrusa, donde fueron desplegados numerosos vehículos policiales y unidades de antidisturbios con cañones de agua.

Lukashenko, de 65 años, prometió que iba a “resolver el problema” de las manifestaciones que, según él, están instigadas desde el exterior, y puso en estado de alerta al ejército, acusando a la OTAN de maniobrar ante sus fronteras.

El presidente, que dirige el país con mano de hierro desde hace 26 años, se mostró ayer bajando de un helicóptero con un rifle automático en la mano y ataviado con un chaleco antibalas cuando llegaba a su residencia en Minsk.

Alexandr Lukashenko ha redoblado sus amenazas. “Tienen el fin de semana para pensar”, dijo el sábado en un mitin en la ciudad de Grodno

MOSCÚ REITERA SU APOYO AL GOBIERNO

Mientras se celebraban las manifestaciones en Bielorrusia, Moscú, el principal aliado del Gobierno de Lukashenko, reiteró su apoyo al presidente bielorruso al descalificar el programa de la líder de la oposición unificada, Svetlana Tijanóvskaya, exiliada en Lituania desde el pasado 11 de agosto.

Lavrov insistió en el carácter “poco constructivo” de la lucha de la oposición bielorrusa que, según dijo, ha optado por el ejemplo venezolano, “cuando al presidente legítimo se le declara un paria” y las negociaciones se condicionan únicamente a su renuncia.

Según declaró ayer el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, el programa de Tijanóvskaya busca la salida del país de los bloques de integración con Rusia y su entrada en la Unión Europea y la OTAN, como “objetivo a largo plazo”.