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Los candidatos Yaku Pérez y Guillermo Lasso se reúnen en el CNE, 12 feb. 21
¿Enemigos? Guillermo Lasso propuso tener una relación política personal. Yaku Pérez respondió que la amistad requiere confianza, y que no es el caso.Henry Lapo / EXPRESO

Lasso y Pérez: una amistad imposible

La reunión en el CNE se convirtió en lo que no debía: un debate. Se alcanzó un acuerdo para recontar los votos... Y ningún otro.

Guillermo Lasso ponía énfasis en las coincidencias; Yaku Pérez, en las diferencias. El candidato de CREO insistía en la necesidad de unirse; el de Pachakutik parecía defender la imposibilidad de hacerlo. “Usted y yo juntos, más que usted o yo solos, podemos hacer mucho por este país”, decía el primero. “Usted no conoce el sufrimiento, usted no conoce la realidad lacerante que vive nuestro pueblo”, respondía el otro. Así se pasaron tres horas. La reunión entre los dos candidatos que disputan el segundo lugar que los coloque en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales culminó con un consenso, es cierto: para el reconteo de votos. Pero dejó la impresión de que cualquier otro diálogo más allá de esos objetivos instrumentales, uno que pretenda, por ejemplo, acuerdos estratégicos con miras a la colaboración en la segunda vuelta y compromisos políticos de gobernabilidad para el próximo período, es una misión imposible. Básicamente, por una razón: Yaku Pérez ya decidió que Guillermo Lasso es el enemigo.

La presencia de las cámaras de televisión, el hecho de que la reunión fuera transmitida en directo por los medios digitales del Consejo Nacional Electoral, tuvo mucho que ver en este desencuentro. Había comenzado la reunión ante decenas de periodistas al filo del mediodía. Habían presentado sus intenciones ambos candidatos en sendos discursos iniciales y ahora la presidenta del CNE, Diana Atamaint, pedía a la prensa que abandonara el recinto: para garantizar la transparencia bastaban los observadores internacionales y los delegados de los movimientos políticos involucrados. Pérez se negó: “Cuál es el miedo a la prensa”, protestó. Lasso no tuvo más remedio que estar de acuerdo. Tres consejeros (Luis Verdesoto, Enrique Pita y José Cabrera) trataron de disuadirlos: no se negocia bien entre políticos cuando la mesa de diálogo puede convertirse en tarima de campaña. Pérez insistió y ganó. En mala hora: la mesa de diálogo se convirtió, efectivamente, en tarima de campaña. Siguió un intercambio de discursos en el que ninguno perdió de vista que estaba dirigiéndose a sus bases. Por ese camino, la reunión derivó en lo que no debía: un debate.

GUILLERMO LASSO Y SIM (33015402)

Guillermo Lasso acepta reunirse con el candidato por Pachakutik, Yaku Pérez

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Con gente como Leonidas Iza, el talibán que quiere sangre, anunciando por el Twitter que estaría vigilante de lo que ocurriera en la reunión, no fuera que se produjera un pacto del candidato de Pachakutik con la derecha, el guion de Yaku Pérez estaba prácticamente escrito. Como se esperaba de él, despachó toda la narrativa del banquero malo: que Lasso es uno de los causantes de la crisis del 99; que renunció a su cargo de ministro de Mahuad y compró CDR (certificados de depósitos reprogramables, entregados en aquella ocasión a los cuentaahorristas a cambio de sus depósitos congelados), con los cuales se enriqueció a costa de la tragedia; que llegó a ganar cien mil dólares al mes mientras miles de ecuatorianos viven con un dólar diario (“¿no le parece vergonzoso?”); que debe estar “agradecido con Correa” porque nadie se enriqueció tanto durante su gobierno como los banqueros…

“Usted le echa mucho lodo al proceso”, le sacó en cara Lasso pero no dejó acusación sin responder: desde su supuesta vinculación con la crisis bancaria (recordó el informe de la comisión investigadora presidida por Eduardo Valencia, que lo exculpó) hasta el rumor de la compra de CDR, que negó con vehemencia, pasando por el sueldo de 100 mil mensuales (dijo que siempre ganó menos de 30). Y se quejó de la falta de respeto: “Vine con la mano extendida, no para que me la deje extendida, peor para que me la escupa”.

Lo de “la mano extendida” no eran palabras vanas. Lasso había llegado dispuesto a ceder en todo lo necesario para garantizar un resultado electoral que no deje dudas en las partes. Y cedió: él mismo propuso que se volvieran a contar todos los votos en Guayas, la provincia que más preocupa a Pachakutik por su acumulación de actas inconsistentes. En 16 provincias adicionales se abrirá el 50 por ciento de las urnas, lo cual tomará más tiempo, probablemente, del que consideraba prudente el consejero Verdesoto: él había propuesto la medianoche del martes de carnaval como límite máximo para obtener un resultado de consenso. Pero el mecanismo para lograrlo, fijar muestras proporcionales en cada provincia con problemas, fue rechazado de plano por Yaku Pérez: “No repitamos -dijo- lo que hizo el señor (Juan Pablo) Pozo: con ese muestreo perjudicaron la candidatura del señor Lasso en las elecciones de 2017”. El candidato de CREO fue sensible ante eso de ser tomado como precedente y apoyó todos los reclamos de su antagonista.

Yaku- Lasso- CNE- diálogo

El CNE revisa los votos de 17 provincias

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Después de todo, para llegar hasta este punto, el primer paso lo dio Yaku Pérez: el día de las elecciones, cuando Diana Atamaint cometió el error de proclamar su paso a la segunda vuelta sobre la base de un conteo rápido inconcluso, él decidió no aceptar ningún otro resultado que no fuera la victoria. Durante cuatro días habló de fraude sin dejar un resquicio para la duda, movilizó a las bases de su movimiento para defender los resultados y llegó a acusar a Lasso de haber pactado con Rafael Correa para manipular las elecciones. Todo sin pruebas. Hoy, en cambio, Yaku Pérez contempla la posibilidad de estar equivocado. Cree que las actas con inconsistencias que somete a análisis revelan un procedimiento generalizado pero promete que aceptará el resultado del reconteo cualquiera que este sea. Aunque llegó a la reunión con exigencias desmedidas, incluso delirantes (recontar todas las juntas del país y repetir las elecciones en Guayas), Pérez también bajó sus pretensiones. Lo hizo fuera de cámaras, claro, porque solo fuera de cámaras puede ceder un político.

Buenas noticias: no habrá guerra. ¿Y después? Uno de los dos candidatos, Lasso o Pérez, obtendrá el paso a la segunda vuelta y se enfrentará contra el proyecto autoritario del correísmo, que se sirve de los mecanismos de la democracia (lo hizo durante diez años) para desarmarla desde adentro. Cualquiera de ellos, Pérez o Lasso, necesitará del otro: para ganar, primero; para gobernar, después. O sea que tendrán que volver a reunirse, esta vez para trazar una estrategia conjunta de campaña y, sobre todo, formar un pacto de gobierno, unificar agendas y hacer cosas tan prosaicas como repartir cuotas de poder en la Asamblea y en los ministerios, lo cual no tiene nada de malo cuando no se hace bajo la mesa. En suma: el candidato que pase a la segunda vuelta tendrá que compartir el poder con el otro si quiere gobernar. El acuerdo que acaban de lograr Yaku Pérez y Guillermo Lasso para recontar los votos sin comerse vivos y garantizar un resultado electoral fiable es importantísimo pero es nada al mismo tiempo. Lo más difícil está por venir. Ojalá no haya cámaras de televisión cuando estos dos se reúnan de nuevo.

El espejismo de Lasso

“Yaku Pérez y Guillermo Lasso están mucho más cercanos de lo que se pueden imaginar los analistas”, dijo Guillermo Lasso con la intención de tender puentes. El candidato de CREO tiene una ilusión indemostrable: cree que el 67 por ciento de ciudadanos que no votaron por Andrés Arauz son, en la práctica, anticorreístas: “Le dijeron no a ese modelo”, interpreta. Sin embargo, después de oír todo lo que Yaku Pérez tiene que decir sobre él (nada bueno, en realidad) bien podría preguntarse Guillermo Lasso si el 80 por ciento de ciudadanos que no lo votaron no vienen a ser, en la práctica, antilassistas: una conclusión tan razonable como la suya; o tan absurda. Sí: Yaku Pérez y él son anticorreístas. Pero no son cercanos. Ni por casualidad.