
¿Qué pasa con Jóvenes en Acción? Denuncian deudas y falta de transparencia
A más de seis meses de iniciado el programa, decenas de jóvenes denuncian retrasos prolongados
El programa Jóvenes en Acción, promovido por el Gobierno del Ecuador desde noviembre de 2024, fue presentado como una oportunidad para que jóvenes sin empleo, sin título universitario y fuera del sistema de seguridad social accedieran a una ayuda económica de USD 400 mensuales, durante tres meses —luego extendida por dos meses adicionales por el Decreto Ejecutivo 571, firmado el 19 de marzo de 2025 por el presidente Daniel Noboa.
Coordinado por los ministerios del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE), Agricultura y Ganadería (MAG) y Transporte y Obras Públicas (MTOP), el proyecto planteaba que los beneficiarios realizaran tareas como reforestación, limpieza de ríos, apoyo técnico en zonas rurales o mantenimiento de infraestructura vial. A cambio, recibirían pagos mensuales como una forma de incentivo económico y activación social.
Sin embargo, la realidad dista del ideal propuesto en boletines oficiales. A más de seis meses de la implementación del programa estatal, decenas de jóvenes denuncian atrasos o falta total de pagos, falta de asignaciones a actividades, ausencia de seguimiento institucional y una cadena de desinformación que los ha dejado a la deriva, con gastos acumulados en movilización, alimentación y tiempo invertido, sin recibir lo prometido. Esa, al menos, fue la experiencia relatada por Ana Cevallos a Diario Expreso.
Aquí su historia...
El caso de Ana Cevallos
Tras su inscripción en diciembre en el programa Jóvenes en Acción, el 16 de enero de 2025 recibió su correo de bienvenida, donde se le informó que había sido asignada al MAATE, en el bloque 2.
Ese mismo mes inició los talleres virtuales, que en su caso estaban enfocados en el cuidado ambiental. El 7 de febrero recibió su primer pago por la realización de estos cursos. Durante esas primeras semanas de febrero tuvo lugar una convocatoria a actividades presenciales, pero Cevallos no pudo asistir.
Como solución ante las inasistencias por motivos personales o por falta de convocatorias, comenzó a circular un rumor entre los participantes, principalmente a través de grupos de WhatsApp —la red social más utilizada por los jóvenes para comunicarse y organizarse— sobre la posibilidad de asistir como voluntarios a ciertas actividades. Cevallos comentó:
Ana Cevallos
“Nunca nos llegó una notificación sobre que los voluntariados contaban como asistencias si no llegaban las convocatorias. Fue gente que se acercó al ministerio, y como ya estábamos organizados en los grupos de WhatsApp, por ahí llegó la información. Ahí hubo más gente que iba igual a averiguar si era verdad lo que decían los demás, y sí, les confirmaron que había que asistir a voluntariados para tener actividades.”
Sin embargo, esta supuesta solución nunca fue comunicada oficialmente por parte del MAATE. Además, la planificación fue deficiente según otros testimonios de fuente reservada: solo se ofrecían entre 20 y 50 cupos para los voluntariados, mientras que la cantidad de jóvenes que necesitaban participar para validar sus asistencias era mucho mayor. Los monitores —quienes también eran participantes del programa y estaban encargados de coordinar a grandes grupos— no ofrecían mayores explicaciones ni soluciones. Se limitaban a anunciar cuántas personas se requerían para cada actividad, sin responder a las dudas de quienes querían participar, pues no sabían exactamente a qué actividades podían acudir.
A pesar de esta falta de organización, Cevallos logró participar en un voluntariado. Asistió el 23 de febrero a Cisne 2, en marzo al Club de Leones en Urdesa y también al Estero Palanqueado. En estas tres ocasiones realizó actividades como recolección de basura y corte de maleza, trabajando entre una hora y una hora y media, dependiendo de lo que determinaran los monitores. Por ejemplo, en Cisne 2 se pidió terminar pronto debido a temas de inseguridad.
Ana Cevallos
Al preguntarle si les proporcionaron herramientas o medidas de protección, Cevallos afirmó: “Lo más chistoso fue que nos dieron guantes quirúrgicos para manipular basura”.
Y eso ocurrió solo una vez. En las demás actividades no les ofrecieron ningún tipo de protección, ni guantes ni mascarillas. Ella agrega:
“No hice uso de los guantes quirúrgicos porque fui preparada con guantes de jardinería, más gruesos y aptos para el trabajo. Ellos solo nos dieron sacos, eso sí había por montones, pero lo principal eran los guantes. Tenían que haber brindado guantes con mayor protección. Los demás tuvieron que usar esos guantes quirúrgicos o, de un par, dividirse entre dos personas: un guante para cada uno”.
En abril, Cevallos asistió a una capacitación en la UTEG, también sobre temas ambientales, donde expusieron varios expertos. Estuvo presente desde las 09:00 hasta las 13:00. En mayo, comenta: “En mayo fui a una actividad convocada por correo y decidí asistir a otra como voluntaria porque no me llegaron más convocatorias vía correo electrónico”.
También señala que el MAATE no cuenta con una plataforma donde los participantes del programa puedan visualizar sus asistencias o subir evidencias por su cuenta. Por el contrario, siempre han dependido de los monitores como intermediarios para registrar y validar esas asistencias. Cevallos relata: “El jueves de la semana pasada (29 de mayo) fue la segunda vez que lo hice validar, porque cuando no llegó el cuarto pago lo hice. Me validaron mis asistencias, pero había otras personas que estaban en el mismo proceso y, digamos, de 8 asistencias que tenía esa persona, el sistema solo les registraba 2, y les informaban que ya estaban desvinculados del programa sin dar mayor solución, a pesar de que tenían las evidencias".
La monitora encargada del registro le dijo a Cevallos que debía esperar los dos meses que estima el gobierno para efectuar los pagos. Sobre ese mismo día, recuerda: “Había mucha gente reclamando sus pagos correspondientes en la Zonal 5. Incluso tuvieron que llamar a la policía para bajar a la gente porque había mucha”.
El único comunicado sobre la subsanación de los pagos, indicando que se realizarían entre junio y julio, se difundió a través del canal oficial de WhatsApp Jóvenes en Acción Ambiente. Sin embargo, el mensaje solo mencionaba al bloque 1, no al 2. Ese mensaje, fechado el 16 de mayo, fue el último recibido. Desde entonces, no ha habido más pronunciamientos, a pesar de la creciente incertidumbre y los reclamos, ni siquiera tras el anuncio del fin del programa piloto.
Cevallos espera un pronunciamiento oficial, ya sea del MAATE o del MIES. Concluye: “Queremos saber si de verdad nos van a cancelar o por lo menos saber una fecha exacta. Yo estoy esperando ese dinero para cubrir unos gastos médicos míos, pero he tenido que ponerlos en espera hasta que se dignen en pagarnos.”
Testimonio reservado
Para otros jóvenes la desorganización por parte del programa Jóvenes en Acción fue desde el inició, así lo relata una joven que pide mantener su identidad en reserva, pero que asegura haber sido asignada al MAATE: “Yo me inscribí por un link, como todos, pero nunca me llegó ningún correo de aceptación. Mi primer correo llegó el 1 de enero, fue sobre las capacitaciones virtuales, casi no nos mandaban correos, aparte de las convocatorias.”
A la joven le empezaron a llegar asignaciones para trabajar en diferentes sectores de Guayaquil y sus alrededores, incluyendo Playas, el Parque Lago, Chongón por la Isla Trinitaria, Durán y la vía a Daule. Aunque su participación comenzó formalmente en enero, con la realización de cuatro cursos en línea —requisito obligatorio para todos los inscritos—, nunca se le comunicó con precisión su cronograma de actividades por parte del MAATE. Solo sabía que debía presentarse cuando llegaban los correos, si es que llegaban, sostiene. “A veces eran tres convocatorias al mes, otras veces solo una. Y se decía que podíamos ir a voluntariados, pero después dijeron que no se podía asistir si no llegaba el correo. En los grupos decían que el Ministerio del Ambiente estaba abandonado, que a nosotros nos dejaban para lo último, tanto para convocatorias como para los pagos".
Anónimo
Sobre los recursos para desarrollar las actividades, su experiencia fue similar a la de otros beneficiarios. Nadie les proporcionó herramientas ni protección adecuada: “Ellos solo mandaban correos diciendo que llevemos agua y fruta para hidratarnos. Lo único que daban era un saco para recoger basura, nada más. Yo gastaba en pasajes de ida y vuelta, y si no iba era falta. A veces me tocaba prestar plata para poder asistir”.
Respecto a los pagos, asegura que fueron irregulares desde el principio: “Pagaban cuando les daba la gana. El último pago que recibí fue el 17 de marzo. De ahí nada. Ni abril ni mayo, que se supone eran los dos meses extra que anunció el presidente.”
Consultada sobre la validación de sus asistencias y la atención por parte de las instituciones responsables, denuncia un trato desigual y una falta de transparencia total: “Fui el lunes pasado a la Zonal 5 y les enseñé mis asistencias con fotos. Me decían que sí, que no, que esperara el pago. A otros les decían otra cosa. Me dio coraje. O sea, ¿hay preferencias? Todos hemos trabajado por igual. Encima nunca dejaban tomar fotos de la lista de asistencia, que, no se podía, y ahora se quieren hacer los locos”. Concluye la joven que continúa a la espera de sus pagos por parte del programa estatal.
Caso de Kevin Saavedra
En contraste con el caso de Ana Cevallos y de la joven guayaquileña, Diario EXPRESO registró la experiencia de Kevin Saavedra, también de Guayaquil, quien fue asignado al Bloque 2 del MAATE, pero solo fue asignado oficialmente a dos actividades y nunca fue desvinculado de Jóvenes en Acción. Según evidencia documental, recibió su correo de bienvenida el 16 de enero y completó las capacitaciones virtuales ese mismo mes. Sin embargo, no fue convocado a ninguna actividad durante enero.
La primera convocatoria que recibió fue para una jornada de limpieza costera el 14 de febrero en Villamil Playas. “Fue muchísima gente, en sí, hubo como unas 200 personas, más o menos”, recuerda. Aunque Saavedra no conserva imágenes personales de esa jornada, Diario EXPRESO verificó una publicación oficial del MAATE Zonal 5 en Instagram, donde se reporta la participación de 230 personas en esa misma actividad.
Desde ese primer evento, el coordinador ya advertía que él y su grupo no serían convocados con frecuencia: “Por el tema de recursos, el coordinador afirmó que sería un caos convocarnos diariamente, hacer actividades en Playas siendo de Guayaquil y que la idea era que nos quedara plata en el bolsillo”, refiriéndose a los gastos de movilización y comida.
Su segunda y última convocatoria fue el 9 de abril, en Playa Los Cocos, justo después del tercer pago. “Teníamos las mismas inquietudes de que no se nos estaba convocando mucho, de que incluso pensábamos que ya estábamos desvinculados”. En ambas jornadas, participó en la recolección de basura: “Vidrios, plásticos, latas”.
Sobre ambas actividades, comentó que se les pedía llevar “protector solar, ir cubiertos y llevar guantes por el tema de vidrios, porque algunas personas sí tuvieron una que otra cortadita, pero no nos proporcionaron ellos exactamente protección”. También sostiene que los coordinadores los dividían en grupos de cuatro a cinco personas, les indicaban qué hacer y les tomaban fotografías durante la recolección de residuos, además de las fotos grupales. Saavedra añade que no llevó su celular por motivos de seguridad: “No teníamos una plataforma como el Ministerio de Obras Públicas que ellos tienen su plataforma para subir sus actividades, bueno, entonces la verdad en ese sentido me preocupé. Yo sí me presenté. Firmé en la hoja de asistencia y mi participación consta en el sistema”.
Durante las semanas restantes de abril no recibió más convocatorias. Recordó que el coordinador les había dicho que “las convocatorias importantes eran las que nos llegaban por correo”. Por ello concluyó: “Me imagino que no ha de servir de nada ir de voluntario, algunos que han ido de voluntarios me dicen que ni siquiera les dejaban firmar al saber que ellos estaban de voluntarios”.
Tampoco recibió un correo de desvinculación del programa Jóvenes en Acción. Ante la incertidumbre, el 8 de mayo escribió a Ramón Ruilova, funcionario del MAATE que figura como contacto oficial para los participantes de la Zonal 5, explicándole que no había recibido el pago correspondiente a abril y que no estaba recibiendo convocatorias, pues solo había recibido dos (en el correo menciona 3 pero fue un error de redacción, aseguró Saavedra). La respuesta fue breve: tres líneas en las que se le indicaba que debía acercarse a la zonal con evidencia de las actividades realizadas. Saavedra comentó al respecto: “Hay personas, al menos en mi caso —y sé que no soy el único—, a quienes ahora nos están pidiendo pruebas de la asistencia. Y en mi caso yo no tengo pruebas por el tema de seguridad”.
Kevin Saavedra
Además, fue recién en ese correo donde se le mencionó que podían validarse tanto actividades convocadas como voluntarias, algo que no se le había comunicado anteriormente. En este punto, aún era posible asignarle nuevas actividades dentro del programa si Ruilova hubiera prestado atención a su caso y ofrecido una solución pertinente.
Finalmente, Saavedra sostiene que no considera justo perder los pagos restantes, ya que contaba con ese ingreso fijo por los cinco meses prometidos: “No ha sido cuestión mía de no querer ir o no querer asistir. Si me van a dar los pagos, que no sea por no hacer nada. Yo esperaría que me convoquen a hacer algún tipo de obra social para que sea justo. Pero perderlos no me parece, porque no ha sido culpa mía”.
Dos jóvenes organizan reclamo colectivo por la falta de pagos
Ante la falta de respuesta, dos jóvenes guayaquileñas decidieron organizar un reclamo colectivo y llevarlo directamente a la Zonal 5 del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE). A través de los grupos de WhatsApp donde se reunían los participantes del programa estatal, lograron recopilar datos de 111 personas supuestamente afectadas, especialmente por la falta del cuarto y quinto pago. Con ese documento, acudieron también a EXPRESO, para difundir la problemática.
Ambas coinciden en que muchas de las personas perjudicadas vienen de contextos económicos difíciles. Una de ellas cuenta que se unió al programa con la ilusión de tener un ingreso para sostener su pequeño negocio, pero ahora, sin esos recursos, no puede invertir nuevamente en productos. La otra relata con frustración cómo ha visto a madres solteras y jóvenes endeudarse para costear transporte, alimentación y herramientas de trabajo que nunca fueron provistas por el programa: “Nosotros somos los que invertimos prácticamente. Ellos no nos daban ni guantes, ni escoba, ni botas."
Los problemas con el registro de asistencias son el eje de la mayoría de reclamos. Una de las jóvenes explica que solo tenía una falta justificada y que intentó sumarse a un voluntariado para completar su asistencia, tal como se les había indicado. Sin embargo, al momento de validar su participación en la zonal, le dijeron que ese voluntariado “no servía” y, finalmente, solo le contaron una asistencia válida. A otras personas, dice, ni siquiera les llegaban los correos de convocatoria, pero aun así recibieron todos los pagos. Mientras tanto, quienes sí asistieron siguen esperando.
Y de esa falta de claridad por parte del programa también fueron afectados otro grupo de jóvenes. La joven explica que ellos no tenían conocimiento de que no podían inscribirse en otros programas del MIES o a las becas de inglés también promovidas por el Estado. "Muchos fueron desvinculados porque si desde el principio se hubiese resaltado que no podían constar en dos tipos de ayudas o serían inmediatamente desvinculados de Jóvenes en Acción, como no sabían muchos firmaron y fueron desvinculados", declaró la joven.

A pesar de la indignación, ambas proponen soluciones. Una sugiere que, si el Estado reconoce la deuda, los beneficiarios puedan completar actividades comunitarias a cambio del pago pendiente. “Que nos ayuden diciendo: vamos a hacer el proceso del pago, pero ustedes prométannos ayudar con un servicio comunitario. Y si alguien falta, entonces no se le paga”, plantea. La otra joven insiste en que el problema es estructural: propone un análisis profundo del sistema de registros y que se asignen tareas a quienes cobraron sin haber participado. “Todos tenemos necesidades”, dice, y recuerda que muchos confiaron en ese ingreso para resolver situaciones urgentes.
La desinformación dentro de los grupos también ha agravado la incertidumbre. Rumores sobre el cierre del programa, supuestos disgustos por parte de las autoridades y la falta de respuestas oficiales han generado un ambiente de frustración. “Quieren que nos callemos y no peleemos por nuestro derecho”, dice una de ellas.
Continúa el silencio por parte de las autoridades
Diario EXPRESO solicitó vocerías oficiales a los ministerios involucrados en Jóvenes en Acción. En primer lugar, se pidió a los tres ministerios encargados la documentación que respalde la planificación periódica del programa para conocer qué actividades estaban previstas para los jóvenes, en qué áreas se desarrollarían y durante qué plazos. Además, se insistió en obtener entrevistas con representantes del MAATE para contrastar su versión frente a los testimonios de los participantes que denuncian falta de pagos.
Se contactó a Daniela Limongi, directora de la Zonal 5, y a Ramón Ruilova, funcionario del MAATE y contacto oficial para los jóvenes de esa misma zona, con el objetivo de conocer las gestiones realizadas durante la ejecución del programa. Al cierre de este reportaje, ninguno de ellos ha respondido a las solicitudes. También se envió un pedido formal al Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) para obtener una vocería y esclarecer su papel en el proceso de pagos. A esta cartera de Estado se le consultó específicamente si ya se realizaron las transferencias correspondientes a los tres ministerios involucrados o si aún esperan recibir nuevos listados para continuar con los pagos pues ellos transfieren recursos cuando los ministerios remiten listados correspondientes, pero el programa piloto ya concluyó. Esto deja la interrogante abierta: ¿en qué situación quedan los jóvenes que aún no reciben lo adeudado?
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