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INDUSTRIA AZUCARERA. Miguel Laje
En el ingenio Valdéz se esperan cosechar 1,9 millones de toneladas de caña de azúcar.Miguel Laje

Un inicio de zafra agridulce

La industria azucarera se prepara este año para procesar 10,3 millones de sacos, enfrentándose a un menor consumo y a una mala racha de rentabilidad.

La zafra de la industria azucarera arrancó a finales de mayo y avanza hacia su objetivo de cosechar y procesar 10,3 millones de sacos. Pero la jornada, que en años remotos estuvo endulzada de bonanzas, hoy se enfrenta a nuevos desafíos. Tras un año de pandemia, el sector no solo se reta a recuperarse de las bajas ventas, sino a maniobrar para que las condiciones del mercado no sigan carcomiendo su rentabilidad y sostenibilidad.

Superar la proyección de producir 3 millones de sacos de azúcar es lo que espera el Ingenio Valdez con la zafra 137 que inició el 31 de mayo. El 2020, por ser un año atípico, la empresa situada en Milagro, provincia del Guayas, no logró cumplir con su objetivo y solo alcanzó a generar 2,5 millones de sacos, un motivo que explica los $ 2,1 millones en ventas menos que, según datos de la Superintendencia de Compañías, registró el año pasado.

Según sus directivos, esto se debe a dos factores: la pandemia y el clima. Para este año, la empresa buscará sacar provecho a las 11 nuevas cosechadoras que adquirió en $ 9 millones para modernizar sus operaciones en el campo. Una inversión que, según Paula Chacón, directora de Sostenibilidad de Valdez, se espera recuperar en dos o tres años.

Apuntar a la eficiencia para ayudar a ahorrar gastos es clave en este sector que en los últimos años ha tenido que hacer malabares para lograr tener rentabilidad en un mercado que se ve afectado por constantes desequilibrios. Así lo sostiene Miguel Pérez, presidente de la Federación Nacional de Azucareros del Ecuador (Fenazucar), que representa a los seis ingenios activos.

El primer desbalance está dado por un menor consumo. El desestímulo de compra que generó el impuesto a la bebida azucarada y, los cambios de hábitos de la gente que hoy en día busca nuevas alternativas de edulcorantes ha originado una baja significativa en la demanda. Según Fenazucar, si hace tres años el consumo per cápita de azúcar blanca estaba en 32 kilos, ese indicador el año pasado llegó a desplomarse a 3,4 kilos.

El desestímulo se agrava con la caída de los precios internacionales: estos han descendido un 25 % en la última década, según cita este gremio que atribuye esa condición a los excedentes globales de oferta. Este panorama, explica Pérez, es el que está desafiando a la industria a cubrir los costos de producción, como el valor de materia prima que, pese a todo, año a año sigue subiendo. “Y no es que podemos dejar de comprar. Los ingenios tienen contratos con cañicultores que tienen que cumplir, si se contrae el mercado no es fácil dejar de adquirir caña. El problema está en que si estos desequilibrios se acentúan, muy difícil se podrá seguir cortando”, sostiene el dirigente.

Por ahora, una salida relativa al problema es mirar hacia el mercado exterior, sin importar si muchas veces se vende a precios de fábrica, lo cual ya representa una menor rentabilidad. Solo el año pasado, la industria comercializó afuera cerca de 72.000 toneladas a un menor valor, dos veces más que hace tres años. De lo vendido en el 2020, 12.000 toneladas se fueron a la cuota americana (EE.UU.).

No obstante, este año hay un factor que pudiera hacer detener esa mala racha de precios. A nivel global, apunta Chacón, se espera una menor oferta de azúcar debido a las bajas expectativas de producción que el mal clima ofrece a grandes jugadores del mercado como Brasil e India. No obstante, esto es incierto.

En el país, además de Valdez, está San Carlos (Marcelino Maridueña, Guayas), que inició su zafra el pasado 24 de junio y que, hasta mediados de diciembre, espera alcanzar los 3 millones de sacos, similar a lo que procesó en 2020, un año en que, según la Superintendencia, facturó $ 134 millones, versus los $ 160 millones del 2019.

Esa baja, según la empresa, se deben a los problemas logísticos que generó la pandemia.

 “En este año definitivamente estamos aprendiendo a laborar en un ambiente de bioseguridad y de muchas restricciones porque la crisis sanitaria aún no termina”, dice la firma a través de un comunicado.

Otros ingenios del mercado son Coazúcar (La Troncal), que tenía previsto iniciar en las primeras semanas de julio; Iancen (Imbabura), Monterrey (Loja) y San Juan (vía a Playas), que muelen todo el año. El ingenio Miguel Ángel está inactivo y La Familiar (de Babahoyo) tuvo que cerrar, dice Pérez, como consecuencia de la falta de oxígeno que en el mercado también ha originado el arribo de la azúcar importada. De ahí su pedido a las autoridades para evitar la compra del producto, cuando en el país exista suficiente abastecimiento. “El año pasado ingresaron 40.000 toneladas, eso que dentro del volumen parece que no fuera mucho, termina desplazando a miles de hectáreas de cañas sembradas”, dice.

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No obstante, en este mal escenario lo que menos ha hecho la industria es paralizarse, sobre todo las firmas más grandes que cada vez más apuestan por otros productos complementarios para atender a nuevos segmentos de consumo. En percha, hoy en día es común ver la oferta de azúcar blanca y morena, junto a la panela, el azúcar de coco y productos hecho a base de stevia. Esta última, una materia prima que se debe importar, porque generarla acá la hace poco rentable. Su cultivo y cosecha demandan altos costos de mano de obra, que no están a la par a los que tienen otros países de la competencia.

EL NEGOCIO DEL ETANOL. Otro de los frentes productivos en los que el sector viene trabajando es en el procesamiento de su materia prima para generar energía eléctrica y etanol. Para ello, los ingenios han hecho inversiones por más de $ 250 millones, generando también aproximadamente 200.000 plazas de trabajo a más de 3.000 cañicultores independientes. a Asociación de Biocombustibles del Ecuador (Apale) también tiene sus proyecciones de la actual zafra, para este año esperan producir alrededor de 110 millones de litros de etanol que se emplearán en la elaboración de biocombustibles, materia prima necesaria para la producción de gasolina ecopaís y en la fabricación de productos sanitizantes como el alcohol antiséptico, de indispensable uso para contrarrestar la COVID-19 y otros virus. El etanol, si bien podría ser una oportunidad para crecer, este depende de las nuevas inversiones que se hagan y de la demanda de Petroecuador, el único comprador.