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Cientos de perros, zorros y lobos están muriendo en los bosques de Italia. Los excursionistas se los encuentran descomponiéndose en el sueloEFE

Guerra de la trufa: perros y zorros, las víctimas

Desde que el valor de este hongo supera al del oro, en Italia sus buscadores libran una verdadera batalla. Pero las bajas se cuentan entre la fauna 

Cientos de perros, zorros y lobos están muriendo en los bosques de Italia. Los excursionistas se los encuentran descomponiéndose en el suelo, con las extremidades rígidas, la boca desencajada y los ojos ensangrentados, víctimas del veneno que algunos buscadores de trufas esconden en zonas naturales de todo el país.

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El objetivo de estos envenenamientos es terminar con la creciente competencia matando a los perros que, con su olfato privilegiado, ayudan a los recolectores a localizar las codiciadas trufas, un hongo difícil de encontrar y muy apreciado en la gastronomía italiana por su intenso sabor.

“Hace unos 30 años había pocos buscadores y las zonas de recolección eran grandes. Desgraciadamente, ahora tenemos muchos más cazadores de trufas y menos zonas para buscarlas. La competencia va en aumento”, explica el secretario de Assotartufai, la asociación de recolectores de trufas de Italia, Stefano Scaccia.

Thor, un perro de aguas de tres años, es una de las víctimas de estas rivalidades: durante las fiestas navideñas paseaba junto a su dueño, Thomas Morasca, por los bosques del interior del Lazio, a pocos kilómetros de Roma. Ambos disfrutaban del paisaje nevado mientras el sabueso buscaba trufas ocultas bajo un manto blanco, pero no fue eso lo que encontró.

En un momento de distracción, Thor se topó con una salchicha rellena de estricnina, un potente veneno que ataca al sistema nervioso central provocando dolor intenso y unas violentas convulsiones que mantienen consciente a quien lo ingiere hasta paralizarle los pulmones, el corazón y provocar la muerte.

150.000 buscadores
de trufas están registrados en Italia. Viven de la recolección como una afición. Disfrutan de la naturaleza junto a sus perros.

La intoxicación por este tipo de veneno se hace evidente por los ojos ensangrentados de los perros. Tras colapsar, sus caninos quedan al descubierto en una mueca de dolor y dejan sus extremidades completamente extendidas.

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Un cazador de trufas revisa los hongos que su perro ha logrado encontrar. EFE

“El fallecimiento de Thor fue muy rápido. En cuanto vi que se estaba comiendo un cebo envenenado, se lo saqué de la boca, lo cargué en mis brazos y empecé a correr hacia el pueblo. No había recorrido ni 300 metros cuando el perro empezó a convulsionar. Pese a que intenté hacerle vomitar, no pude evitar su muerte”, lamenta Thomas.

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Él, como muchos de los 150.000 buscadores de trufas registrados en Italia, vive de la recolección de estos hongos como una afición que les permite disfrutar de la naturaleza en compañía de sus mascotas: “Es una manera de desconectar del estrés, relajarme y divertirme en el bosque con mis perros”, explica.

Pero no todos los buscadores ven un hobby en sus salidas al bosque. No hay que olvidar que el kilo de trufa blanca se vende por unos 4.000 euros (4.290 dólares), mientras que la negra ronda los 1.800 (1.929 dólares).

Mucho dinero en juego, menos zonas para la recolección y cada vez más buscadores: estos tres factores llevan a unos pocos cazadores de trufas a querer acabar con la competencia a cualquier precio. Los propios recolectores sospechan de sus compañeros como culpables de los envenenamientos.

Así lo explica Martina Ercoli, que perdió a su jovencísimo Brando, un labrador de color chocolate de apenas un año y medio, que murió envenenado durante una excursión por los bosques del municipio de Camerata Nuova, a una hora en coche de Roma.

“La policía nos dijo que Brando era el tercer perro fallecido en una sola semana víctima de unos delincuentes que parecen ser cazadores de trufas”, detalló en las redes sociales, en las que alerta del peligro en el que se ha convertido pasear por algunos bosques italianos.

El kilo de trufa blanca se vende por unos 4.000 euros (4.290 dólares), mientras que la negra ronda los 1.800 (1.929 dólares).

Sin embargo, los propios recolectores insisten en que los asesinos de animales son pocos y que no representan a los miles de aficionados de la búsqueda de la trufa.

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“Queremos terminar con las muertes de los perros truferos porque son una vergüenza que no hace honor a nuestro trabajo. El verdadero recolector de trufas no es un asesino. Nuestros mejores amigos deben ser los perros”, asegura Stefano Scaccia.

Pese a que la policía y asociaciones remarcan la importancia de denunciar los envenenamientos, muchos buscadores no dan a conocer la muerte de sus perros por el “temor a que se descubran sus zonas de recolección de trufas”, detalla el secretario de Assotartufai.

“No puede ser que se hayan producido decenas de muertes de perros y que solo se hayan denunciado uno o dos asesinatos. Tenemos que hacer públicos estos casos, es el único modo en el que podemos asegurarnos de que los municipios conozcan los envenenamientos y puedan vigilar los bosques”, añade.

Mientras tanto, la asociación de buscadores recomienda a los cazadores de este codiciado hongo, “tener cuidado y tomar todas las precauciones necesarias en los bosques, poniendo bozales a los perros para evitar que coman cebos envenenados”.

  • La violencia oculta en la caza del hongo

Si se escarba bajo la superficie de la caza de la trufa es posible descubrir un trasfondo siniestro, publicó el pasado 22 de enero el diario estadounidense The New York Times: “asesino y ávido de dinero que hace que los hongos no sean tanto un fragante manjar italiano como el diamante de una guerra secreta, mortal y perpetua”. El medio norteamericano describe un escenario complejo en esta actividad que se ocupa de desenterrar los tubérculos ambrosiales.

Para proteger las zonas ricas en trufas lucrativas, los cazadores territoriales han tratado de ahuyentar a los forasteros y eliminar a la competencia al hacer explotar camionetas, disparar a automóviles y golpearse unos a otros con sus palas vanghetto. En 2018, menciona The New York Times, una springer spaniel (perro de caza, utilizada para levantar y recuperar presas) llamada Willa se convirtió en el sexto animal asesinado en dos años en Brignano Frascata, una pequeña localidad del Piamonte, la región italiana famosa por sus abundantes trufas blancas.

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Gran parte de la violencia parece haber tenido lugar en la región central italiana de Abruzzo, limítrofe con Camerata Nuova, y donde los envenenamientos han sido tan numerosos que los han cartografiado. Sin embargo, los buscadores de trufas señalan que gran parte de la violencia rara vez sale a la luz porque los dueños de los perros no quieren que se conozcan sus campos secretos de trufas. Así que la venganza llega a través de un pozo de agua o un campo envenenado. A veces hay víctimas civiles, se menciona en The New York Times.