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Daniel Noboa
Daniel Noboa durante el anuncio de sabotaje al sector eléctrico.Cortesía

La emergencia muestra cómo opera la esquizofrenia política

Análisis | Hablar de sabotaje, cuando la dotación de energía es cosa del Ejecutivo, suena a que se busca salvar la consulta

La crisis de los cortes de energía eléctrica es la mejor vitrina para mostrar cómo funciona la esquizofrenia paranoica de la política nacional. Todo esto con un agravante como telón de fondo: la consulta del domingo.

Que el Gobierno quiera justificarlo todo con una teoría de la conspiración, según la cual hubo un sabotaje interno para hacerle daño a Daniel Noboa y otro externo donde el correísmo logró que Colombia le corte el suministro a Ecuador por pedido de Rafael Correa tras la incursión en la Embajada de México, es la expresión de la más aguda esquizofrenia posible. Y que haya correístas que estén contentos con la crisis y se la atribuyan a sanciones ejercidas por Colombia en solidaridad con el presidente mexicano es, asimismo, una expresión de esquizofrenia colectiva.

En efecto, la reacción del Gobierno de estos días ha sido esquizofrénica paranoica. Eso de elaborar una tesis de sabotaje interno y lanzar operativos militares en las oficinas del Ministerio de Energía o acusar ante la Fiscalía a 22 funcionarios, incluida la exministra Andrea Romo, cuando el tema de la energía es responsabilidad de todo el Ejecutivo, suena a que se está tratando de salvar a los verdaderos responsables para salvar, a su vez, la consulta del domingo. Se trata de una desesperada operación de lavado de imagen para no perder tracción política hasta el domingo. También es esquizofrénico decir que jueves y viernes no habrá jornada laboral para dar mantenimiento a los generadores, cuando esa decisión evidentemente también está relacionado con el interés del Gobierno de parar el desgaste político hasta el domingo. ¿Por qué no hicieron el mantenimiento hace 15 días? Lo mismo es el gesto populista de que el Gobierno cubrirá el 50 % de las planillas eléctricas cuando las arcas del fisco están exangües. Todo es una locura.

En realidad, lo ocurrido no tiene justificación. En el supuesto caso de que fuera cierto que 22 funcionarios del sector energético, entre esos la exministra Andrea Arroba, ocultaban intencionalmente información o vaciaban la represa de Mazar, era absolutamente obvio que la Presidencia de la República, a través de su Secretaría de la Administración, debía estar pendiente de lo que supuestamente se hacía para evitar más cortes. La más obvia decisión de buen gobierno era tener un plan para salir de la crisis y vigilar su cumplimiento. Por ejemplo, pedirle informes personales a la ahora exministra para que dijera cómo avanzaba el tema. Cuando Arrobo asumió el cargo, había tres ofertas en firme para la generación de 948 MW en un mes, por lo que en enero ya debía haber estado listo aquello. Se supone que durante el gobierno de Lasso se dejó comprando o en trámite de hacerlo 32 generadores, de los cuales apenas se han recibido 8. Sin embargo, ninguno de ellos está funcionando.

El gobierno de Noboa no puede desentenderse de sus culpas y es demencial hacer operaciones casi militares para que la opinión pública ponga el ojo donde no es. Noboa parece que decidió ponerse el disfraz del superhéroe, que todo lo resuelve con temeridad y fuerza.

Verónica Abad

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El gobierno de Noboa no puede endosarle la culpa de la crisis a otros grupos. Si es cierto lo del complot y que perversos funcionarios vaciaron Mazar, no hay cómo dejar de lado que esos supuestos complotados fueron puestos por el Gobierno y había que hacer un plan de seguimiento al tema energético.

También se ha sugerido desde el Gobierno que la suspensión de la transmisión desde Colombia estaría relacionada con la posición política de Petro. Es decir, que Petro actuó en sintonía con Rafael Correa para dejar al gobierno de Noboa sin energía días antes de la consulta popular, donde se va a definir la suerte de la extradición y otros temas. Todo esto en el marco de la miserable campaña de Correa porque se le impongan sanciones al Ecuador. Esta tesis de que la culpa es de Correa y su amigo Petro es casi imposible de comprobar pero sí tiene, en cambio, debilidades muy grandes. En realidad, Colombia estaba atravesando un estiaje muy fuerte desde hace al menos tres meses y era sabido que tarde o temprano se tendría que cerrar la llave al Ecuador. Si no lo hizo hace un mes o quince días es porque la Comisión Reguladora de Energía y Gas de ese país, CREG, no estaba conformada y no había quien tome la decisión. En Colombia desde hace más de un mes hay racionamiento de energía eléctrica en varias regiones del país y en Bogotá ya se están haciendo cortes de agua potable. No haber estado al tanto de esto, también es una irresponsabilidad del Gobierno. Que ahora haya correístas que digan lo mismo del Gobierno, pero afirmando que ‘ya ven ustedes que decían que no iba a haber sanciones por lo de la Embajada’ es esquizofrenia dura y pura.

Hay una interrogante que lo resuelve todo: ¿Cómo es posible que el Gobierno no hizo algo o no hizo lo suficiente desde que se posesionó, cuando era obvio que no se podía vivir dependiendo de Colombia?

Si lo de Lasso fue fatal, esto aún es peor, porque ahora la única alternativa es rezarle a los dioses de la lluvia.

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