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Ecuador: el próximo presidente tiene la misión de mantener el barco a flote

A lo Juan el Bautista, el mandatario electo en las elecciones anticipadas tiene la tarea de preparar el camino de quien gane los comicios de 2025

Democracia Ecuador
Los ecuatorianos volverán a las urnas en agosto próximo, se estima que sean posesionados en noviembre próximo.Cortesía Presidencia

Ecuador se encuentra en la fase preparatoria para ejecutar la sentencia de la muerte cruzada: llamar anticipadamente a elecciones presidenciales y legislativas. En esto, el país no tiene experiencia; es su primera vez. Algunos políticos han dado un paso al costado. Otros no tienen miedo al éxito. ¿Por qué?

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Para Ivonne Téllez, docente e investigadora de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, los comicios, en el contexto actual, más que un proceso político controlado, se han convertido en una situación de búsqueda de oportunidades para hacerse al poder. “Tres meses para gestionar lo que no estaba previsto es difícil; plantearse un plan de gobierno para un año y seis meses es algo prácticamente imposible. Yo creo que es más sostener algo que permita ser una plataforma para un siguiente período”. Los comicios generales en Ecuador están previstos para 2025.

Sin embargo, es primordial que quien llegue a la Presidencia solo tenga “miras al 2023, no al 2025”, es decir, no debe estar pensando si se va a reelegir o no, enfatiza la jurista, activista y excandidata a la Asamblea, Silvia Buendía. Por otra parte, debe concentrarse en sacar adelante al país, no en utilizarlo como una plataforma política, sino hacer el mayor bien posible durante el tiempo que tenga, recalca la escritora y abogada Rosalía Arteaga, quien ejerció la Presidencia por cinco días, tras el derrocamiento de Abdalá Bucaram, en 1997.

Estas elecciones legislativas y presidenciales de carácter extraordinario, convocadas para el 20 de agosto, tienen como objetivo concluir el período constitucional 2021-2025, que se interrumpió tras la promulgación del Decreto Ejecutivo 741, firmado por el presidente Guillermo Lasso, en la madrugada del 17 de mayo, con el que disolvió la Asamblea Nacional y dio paso a la muerte cruzada en base al artículo 148 de la Constitución Nacional; lo que a su vez detuvo el desarrollo del juicio político que el Legislativo realizaba en su contra.

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De acuerdo con el calendario electoral, aprobado por el Consejo Nacional Electoral, el nuevo presidente y vicepresidente recibirán sus credenciales electorales el 30 de noviembre de 2023. Pero “todo lo que se hace a la carrera generalmente no sale bien; vamos a tener problemas por hacerlo a la carrera”, sentencia el economista Guillermo Arosemena. 

Entre ellos, la proliferación de candidatos espontáneos, como Fernando Villavicencio y Daniel Noboa, así como los promocionados por ciertas agrupaciones políticas, como Jan Topic, refiere el sociólogo Gaitán Villavicencio, quien no descarta que el número de presidenciales llegue a 15, como en los comicios de 2021, “produciendo una gran fragmentación y una mayor polarización”.

Aunque Arteaga, Buendía y Arosemena vean pertinente y saludable que las agrupaciones políticas no lancen sus propios cuadros, sino que oportunamente se junten a apoyar a figuras nuevas, de consensos, que estén en condición de cumplir con sus propuestas, a criterio del director general de Icare Inteligencia Comunicacional y analista político, Pedro Donoso, esto provocará ingobernabilidad, ya que “el candidato X tiene una visión de las cosas y querrá ir por un camino que difiere con el partido que tiene una base ideológica”, lo que crea incoherencias.

Clemente Yerovi Indaburu presidió interinamente el país por ocho meses en 1966, logrando estabilizar la economía.
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Pese a ello, quien presida el país hasta 2025 no tendrá un trabajo fácil, ya que tendrá que afrontar: la reparación de las hidroeléctricas que tienen fallas, la deuda pública actualmente representa al 60 % del Producto Interno Bruto, “es un nivel de endeudamiento bien elevado”; la reducción del inmenso tamaño del Estado y la fuga de ‘cerebros’, menciona Arosemena.

A eso se debe sumar el mejoramiento de la atención primaria de salud, hacer más planes de medicina preventiva y de combate a la desnutrición infantil para prevenir que esta se desarrolle, indica Jorge Bucaram, presidente del Colegio de Médicos del Guayas. También tiene el desafío de depurar la fuerza pública, aplicar cooperación internacional, fortalecer el equipamiento de la Policía Nacional, mejorar el servicio de inteligencia, crear un programa de intervención de las cárceles y una fuerte conexión de los sectores populares, expone la parlamentaria andina Cristina Reyes.

Pero lo más primordial, expone Villavicencio, es la terminación de la delincuencia, atraer la inversión y crear más fuentes de trabajo. Pero Téllez considera que una política de empleo no puede dar un resultado a corto plazo, en relación con la reactivación económica, porque requiere de políticas estructurales.

En este momento no es bueno realizar una reforma a la    Constitución porque no sabemos dónde estamos ni para dónde vamos”.   

Ivonne Téllez, docente de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Ante esta realidad, la docente intuye que las figuras políticas que aspiraban a la presidencia y que han declinado su participación lo han hecho por precaución, ya que “ven en este escenario un alto riesgo de quemarse”, porque el proceso es algo “tan improvisado”, que puede resultarles más nocivo que satisfactorio y prefieran esperar a los comicios de 2025 para tener un real mandato de cuatro años. Además, no estarían seguros si contarán con una mayoría legislativa.

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“El no tener una mayoría legislativa o una Asamblea a su favor no es excusa para no hacer nada; no la necesita para todo”, precisa Buendía, ya que el presidente puede hacer muchas cosas desde la política pública y desde los ministerios. Pero “ver cambios sustanciales en un Estado, en un año y medio o en dos, es complejo; no vamos a ver grandes cambios. Hay cosas que escapan de la capacidad de maniobra del Estado”, dice Ivonne Téllez.

Por el contrario, Buendía cree que el siguiente mandatario contará con tiempo suficiente para generar cambios positivos. Pone como ejemplo a Clemente Yerovi Indaburu, quien fue presidente interino por casi ocho meses, del 30 de marzo al 16 de noviembre de 1966, y a su criterio fue el mejor presidente del país, ya que pacificó un país en llamas, bajó los niveles de delincuencia, así como hizo posible la planificación y posterior construcción del Puente de la Unidad Nacional.

Para Reyes, los verdaderos liderazgos se fraguan en la adversidad y para esto, quien gane los comicios requerirá de un programa de gobierno y de un real deseo de transformación, a pesar del costo político que pueda tener.

El Gobierno debe empezar con un diálogo    nacional para ponernos de acuerdo, porque ya vimos que la pelea nos lleva al caos y todos perdemos”.   

Silvia Buendía, jurista y excandidata a la Asamblea Nacional.

Sin embargo, quien vaya a gobernar lo hará bajo un contexto más complejo, que el que tuvieron los que sustituyeron a los presidentes derrocados entre los años 1996 y 2005, asegura Donoso, porque nunca se había vivido niveles tan bajos de pesimismo. Para el analista político, esto se debe al deterioro total del tejido social. De acuerdo con datos de la encuestadora Perfiles de Opinión, publicados el 24 de mayo, la percepción que tuvo la ciudadanía de que el país iba por el camino correcto se ubicó en 54 % al inicio de la gestión del gobierno de Lasso, ahora es apenas del 4 %.

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Nos guste o no nos guste, dice Donoso, la Constitución de Montecristi institucionalizó unas válvulas de escape para liberar la presión social: el juicio político y la muerte cruzada; en los noventa y en los dos mil, la calle era una válvula de escape.

Y aunque para Arosemena, la gestión del futuro presidente dependerá de que si la Asamblea lo deja hacer, Buendía recalca que “no puedes llegar a la presidencia tratando de gobernar solo con tu grupito de tu burbuja, necesitas a las demás fuerzas políticas; en política es legítimo llegar a consensos”. También a generar un gran diálogo nacional para entablar acuerdos.

El objetivo final del siguiente mandatario, coinciden los analistas, es preparar el camino para el siguiente gobierno y mantener el barco a flote. Si bien no debe interesarse en asegurar que el pueblo lo reelija en 2025, si hace un buen trabajo esta será su carta de respaldo.