Rompope casero
Emprendimiento. La preparación de la bebida ha sido la alternativa de ingresos para decenas de personas. Stalyn Parrales la elabora en la cocina de su hogar.Fotos: cortesía

La Navidad sabe a rompope

La bebida de temporada toma fuerza con los nuevos emprendimientos. La industrialización avanza lento, pero la oferta artesanal innova en formato y sabores

En su cuna de origen, Manabí, se lo toma todo el año, pero a nivel nacional        el rompope se consolida como la bebida ícono de cada Navidad. Diciembre arribó y con ello una veintena de marcas que pululan en redes sociales, impulsadas por pequeños emprendedores que sueñan hacer de este licor la base de un gran negocio que, sin salir de lo artesanal, se somete también a innovación.

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La reciente pandemia, que dejó a miles de personas sin empleo, motivó el surgimiento de nuevos emprendimientos que han utilizado Internet como su principal plataforma para darse a conocer. Por ello, la bebida, que se ha convertido en la preferida de muchos, no ha sido una excepción dentro de esta oferta.

Así nació Inocencio El Cacique, la marca de rompope que creó Stalyn Parrales, luego de que él se quedara sin empleo el año pasado . Así,    cuenta, cambió los gajes del oficio como agente turístico, al de todo un cocinero para dar su toque especial a esta bebida.

Inmerso en este negocio, dice, esta será su segunda Navidad y la meta este año es superar las 350 botellas vendidas en el 2020. Cada una con una presentación de 750 ml. y a un precio de $ 10. Tras año y medio de estar compitiendo en el mercado, Parrales no solo enfoca su experticia en mantener la calidad de esta típica bebida, hecha a base de lácteos y licor, sino en lograr que esta tenga un toque diferente.

“Estamos experimentando nuevos sabores como rompope con café o amaretto, también estamos creando nuevos cocteles que utilizan como base este licor”, señala Parrales.

En esta naciente industria que aún se mueve en un escenario artesanal, también pelea terreno la marca Mayiya, de Andrea Cruz. “Para nosotros era una tradición tomarlo en cada Navidad y compartirlo con amistades, pero en noviembre del 2018 decidimos emprender para poder llegar a muchas más familias. Hoy se vende en Quevedo y en Guayaquil”, cuenta Andrea. El costo de las botellas varía según su presentación, entre los $ 7 y $ 12. El eje de este emprendimiento, por ahora, es posicionar la marca. No obstante, en planes, también está el crear nuevas versiones de la bebida, con ayuda del café y el cacao.

En este mercado son pocas las marcas que se han industrializado, una de las razones para que las marcas que se expenden en supermercados aún se cuenten con los dedos. El número no es tan alto como el que se exhibe en redes. Zhumir, Doña Meche, La Habana, son las bebidas que se llegan a repetir entre uno y otro local.

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Pero no todos quieren llegar allá. No solo por lo complejo que significa (se necesita tener mayores volúmenes de producción y cumplir con mayores requisitos de comercialización) sino por el encanto que ese formato le restaría. “En nuestro caso estuvimos pensando dar ese salto, pero consideramos que no, porque lo que queremos es conservar la tradición”. El rompope se fabrica en la calidez del hogar, dice Nathalie Montalván, quien se animó a lanzar Alma Manabita en pleno inicio de pandemia (abril 2020). “Un producto elaborado con la ayuda de tus manos es especial, su sabor es diferente, es la bebida que se elabora en casa y que al probarla te hace recordar a la receta de la abuela, a tus seres queridos”, dice

Para prepararse, precisa, tuvo que tener precisamente la ayuda de su abuela. Hoy, ella vende el producto en botellas de 750 ml    y 375 ml a $ 12 y $ 7, respectivamente. Su meta para esta Navidad es facturar más de 100 unidades.