Al poco aprecio que los ciudadanos sienten por las libertades y la democracia, abona aún más el pobre papel que cumplen los gobiernos y partidos políticos en el Ecuador y en gran parte de la región.

El último informe elaborado por la organización Latinobarómetro reveló que menos de la mitad de latinoamericanos, el 48 %, apoya este sistema. Aún más preocupante es que apenas el 37 % de ecuatorianos cree en el mismo. “El autoritarismo se ha ido validando poco a poco”, señala el documento.

El exministro de Gobierno, Vladimiro Álvarez, achaca parte de esta realidad a la decepción que sienten los ciudadanos al constatar de forma permanente que lo que entendemos por democracia no ha funcionado en el país y, por lo contrario, se va deteriorando.

“Por eso es que cada vez más un porcentaje tan alto de ciudadanos se pronuncia a favor de gobiernos que, aunque no sean democráticos, llegan con las promesas, a veces populistas, de resolver todos los problemas que aquejan a la sociedad”, dijo Álvarez.

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El exministro se refiere al dato de que el 58 % de los consultados en el país no tendría ningún reparo en estar bajo un gobierno que capte el poder, aunque no sea de forma democrática, en tanto y en cuanto dé respuesta a sus necesidades primordiales.

Ahí es donde el excandidato a la Presidencia, Jacinto Velázquez, considera que hay también una responsabilidad ciudadana, que pone en evidencia que no existe un espíritu democrático en la sociedad en su conjunto y que cada quien está pensando en su conveniencia personal.

• Según Latinobarómetro, Ecuador demuestra debilidad democrática y un buen número de ciudadanos proclives al populismo.

“Definitivamente, esto es preocupante. Revela que la educación en escuelas y colegios es deficiente en algo tan básico como el civismo, que antes era parte de los estudios. Por supuesto, a eso se suman las deficiencias de los gobiernos de turno, la situación económica y la corrupción: hay ladrones que roban no en las esquinas, pero sí con saco y corbata”, señaló.

Y lo uno lleva a lo otro. Si está afectada la democracia, por ende, algunas de sus piezas también fallan. Una gran mayoría de consultados cree que las organizaciones políticas no funcionan bien, y otro tanto, que sin ellas podría funcionar la democracia.

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El dato no es menor si se tiene en cuenta que en algo más de veinte días los ecuatorianos acudirán, una vez más, a las urnas para elegir presidente, vicepresidente y asambleístas con partidos y movimientos desprestigiados y con una credibilidad muy baja.

Marcelo Espinel, subdirector de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo (FDC), dice que el fenómeno no es nuevo y las agrupaciones políticas tienen un desgaste desde el retorno a la democracia, pero esto se ha profundizado en los últimos años, cuando se han convertido en verdaderas maquinarias electorales dedicadas a recibir recursos directa e indirectamente cada vez que hay comicios, sin proponer a políticos que vivan para la política, sino que viven de ella.

“Ahí no existe democracia interna, renovación de cuadros y propuestas, persiste el caudillismo. No hay depuración y mantienen a personajes cuestionables. Hace un par de meses publicamos el barómetro de la corrupción y en este se determinó que la institución en la que menos confían los ciudadanos es en los partidos políticos”, puntualizó.

Los tres especialistas consideran que si bien el próximo gobierno tendrá algo más de año y medio de gestión, lo que podría ser muy poco para lograr alcanzar metas, sí puede sentar las bases para ir recuperando el aprecio por la democracia y la institucionalidad.