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Guillermo Lasso abraza a Jonathan Freire, activista de la comunidad LGBT, 26 abr. 21
Encuentro. A Jonathan Freire, activista de la comunidad LGBT, Lasso le interrumpió para darle un abrao.Cortesía

Corrección política: Lasso aprendió todas las lecciones

De la agenda multicultural a la feminista, pasando por los derechos de las minorías sexuales... El presidente electo se pasea por todas las causas.

Cinco mujeres y tres hombres: aquellos que, la semana pasada, lo criticaron por haber conformado un equipo de transición exclusivamente masculino, este lunes se tragaron sus palabras. Guillermo Lasso no solo designó a una mayoría de mujeres para ocupar los ministerios del frente social de su gabinete, sino que les impuso una lista de prioridades directamente tomadas de las agendas de la diversidad, la igualdad de género y los derechos de las minorías. El presidente electo demostró que él también sabe cómo cumplir con los códigos de la corrección política. Y que puede hacerlo sin poses ni solemnidades, sin discursos rimbombantes, sin patria-tierra-sagrada y sin teleprónter.

Para empezar, Lasso colocó a dos mujeres jóvenes al frente de dos de sus ministerios estratégicos: María Brown en Educación y Ximena Garzón en Salud, probablemente la cartera más importante de sus primeros meses. E hizo suyas dos de las principales reivindicaciones del movimiento feminista: la erradicación de la violencia contra la mujer y la igualdad salarial entre los sexos. A su secretaria de Derechos Humanos, Bernarda Ordóñez (una abogada feminista de 30 años) le encargó esa tarea: “Nuestro objetivo tiene que ser femicidio cero”, le dijo. Y citó las cifras de ONU Mujeres (que muchos en su movimiento deslegitiman) sobre la brecha en los salarios: 15 por ciento más para los hombres.

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Tampoco olvidó Lasso la cuestión multicultural. La primera instrucción que impartió a su ministra de Educación tuvo que ver con esa agenda: “Encárgate -le dijo- del cumplimiento de una de nuestras ofertas de campaña: tener un funcionario bajo tu dirección a cargo de la educación intercultural bilingüe”. También habló de “Educación inclusiva” y de “poner énfasis en la diversidad desde la edad más temprana”.

No es el de Guillermo Lasso un frente social a gusto de los conservadores (y esto sin duda incluye a la primera dama). Mae Montaño (Inclusión Social) y Sebastián Palacios (Deportes), por ejemplo, provienen del centro progresista de la actual Asamblea Nacional. Ellos se opusieron con vehemencia a las tesis ultramontanas que el mismo Guillermo Lasso impulsó entre sus legisladores. Están a favor, entre otras cosas, de la despenalización del aborto, y no solamente en casos de embarazo por violación. Más aún: a esas diferencias se atribuye la salida de Montaño de la bancada de CREO.

Pero lo más significativo de la ceremonia no fue un nombramiento sino un gesto: el abrazo que el presidente electo, en clara ostentación de su tolerancia, compartió con Jonathan Freire, representante de la comunidad LGBT, quien se contaba entre los activistas de distintas causas que habían sido invitados para plantear preguntas a los ministros recién nombrados. Freire había empezado por disculparse con Lasso por el maltrato que, durante la campaña, le propinaron algunos miembros de esa minoría. “Jonathan, ¿te puedes acercar porque te quiero dar un abrazo?”, interrumpió Lasso. Se colocó la mascarilla, se puso de pie dificultosamente, estrechó entre sus brazos al activista y le prometió: “Nos vamos a preocupar de que nadie les estigmatice, y nadie les cierre oportunidades ni profesionales ni académicas y que puedan vivir felices en su propio país”.

Así, con solo una sencilla ceremonia, el presidente electo logró algo que parecía muy difícil: acallar a sus detractores. No faltaron críticas aisladas a tal o cual ministro: de María Brown (Educación) se recordó su paso por la subsecretaría de Educación Inclusiva durante el correísmo; a María Elena Machuca (Cultura) la recordaron algunos artistas quiteños como una administradora no tan eficiente cuando estuvo al frente de los organismos culturales más importantes de la capital… Pero en términos generales la recepción de los nuevos ministros fue tan positiva que ni siquiera los trolls correístas (cuyo contrato parece haber sido renovado, como se ha visto recientemente) se atrevieron a decir esta boca es mía. Sincero o ensayado, el Ecuador del encuentro de Guillermo Lasso ganó este lunes su primera batalla poselectoral

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