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La balsa, el nuevo oro de la discordia

La demanda de madera provoca que pobladores amazónicos sean tentados a talar árboles, en tiempos en el que los ingresos por el turismo están a la baja

la balsa
En 2018, la balsa representó el 21 % de las exportaciones en la industria maderera. En 2020 llegó al 66 %.cortesía

En algún punto de la lejana cuenca baja del río Pastaza, en la parte más oriental de la región amazónica, algo cambió entre marzo y diciembre del año pasado. Hay quienes describen de manera inquietante lo que está sucediendo allá. “Las márgenes del río están afectadas por la tala a lo largo de 200 kilómetros”, así lo menciona un ambientalista que ha evidenciado en estos días los efectos generados por la explotación de la madera balsa, una actividad que se incrementó precisamente durante la pandemia generada por la COVID-19.

Las denuncias no son nuevas, pero determinan que lo que ocurre en ese    remoto escenario geográfico ecuatoriano no ha dejado de suceder. “Acabo de arribar de allá. El río Pastaza se convirtió en una autopista para el transporte de balsa talada ilegalmente, en dos países (zona próxima a Perú)”, menciona Juan Carlos García, miembro de la fundación Pachamama, una organización no gubernamental que desde el año pasado promueve el llamado de atención sobre un problema que arrasa bosques nativos, para convertirse en nuevos sembríos de la madera blanda.

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Desde los años 40 del siglo pasado Ecuador ha sido un exportador de balsa, pero nunca antes había llegado al lugar en el que se encuentra actualmente: es el mayor exportador de esta materia prima en el mundo. Una actividad que se incrementó en el 2020, hasta en un 67 % más, comparado con el 2019. De los 855 millones de dólares generados el año pasado por la industria forestal, el 66,6 % está vinculado a la balsa, según datos de la Asociación Ecuatoriana de Industriales de la Madera (AIMA).

Pero esa cifra, no necesariamente acoge solo a la industria formal, por lo que se teme que las denuncias sobre el tema que hacen medios internacionales pueda generar un efecto negativo colateral. “Creo que el mayor riesgo es perder la Marca País que tenemos detrás de la balsa y que hemos forjado en los últimos 60 años”, afirma Ramón del Pino Vivanco, gerente de Plantabal, una de las más importante firmas dedicada al tratamiento industrial de esta madera.    “El mayor problema es el desprestigio que podamos generarle a la balsa, si es que la madera obtenida de una cosecha ilegal llega al mercado internacional”, agrega este empresario.

En la costa ecuatoriana, en provincias como Los Ríos, Manabí y Esmeraldas, se encuentran la mayor cantidad de hectáreas de balsa sembrada. Cerca de 18.000, en total. Mientras que en la Amazonía, no pasan de las 500 hectáreas, asegura Del Pino.

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La demanda de balsa tiene una razón. Esta se disparó porque inversores chinos, animados por un subsidio estatal, llegaron con mucho dinero para hacerse con toneladas de esta madera, demandada para fabricar aspas de generadores eólicos, tal como describió en marzo de este año la BBC de Londres, uno de los medios internacionales que recogió la preocupación de los ambientalistas ecuatorianos sobre lo que sucede en la selva amazónica.

Rodrigo Sierra, geógrafo e investigador de temas forestales, tiene una visión clara de    lo que sucede en la Amazonía, en especial, en territorios de la nacionalidad Achuar. “En este momento ya bajó la intensidad, Más fue el año pasado. Ya casi no hay balsa, pero habrá luego, porque están sembrando”.

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Este investigador cree que más allá del corte de la balsa, que no es una especie en peligro de extinción, por lo tanto, no está protegida por la ley forestal, es la reacción que la demanda de esta madera podría generar en el territorio amazónico. “Que la balsa esté siendo plantada en áreas donde antes había bosque. Eso es ilegal”.

industria maderera
Referencial. La Asociación Ecuatoriana de Industriales de la Madera registró el mes de septiembre como el de mayor exportación en 2020.CHRISTIAN VASCONEZ

Hasta el 2019, asegura Juan Carlos García, no costaba más de cinco dólares un árbol, “una pata como le llaman, y en el 2020 llegó a costar 45 dólares en el territorio Achuar. Pagados en efectivo por los balseros, desesperados de arrasar con toda la balsa que encontraban”.

La mayoría de las comunidades no pudo aguantar la presión balsera, que traía dinero en efectivo a una zona aislada geográficamente, y con pocas fuentes de ingreso y generación de recursos. Una de ellas el turismo, colapsado por la pandemia. Una investigación promovida por oenegés vinculadas con la región, aseguran que unas 80 comunidades, la mitad de las que integran la nacionalidad achuar en el país, han vendido balsa. Muchas de estás están sembrando.

Las zonas más afectadas por la extracción maderera, son territorios aislados de provincias como Orellana, Pastaza y Sucumbíos, en la Amazonía, pero también se menciona a Esmeralda, en la Costa.

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El año pasado, según información difundida por la Unidad de Protección del Medio Ambiente (UPMA) de la Policía Nacional, en esta última se retuvo 940 metros cúbicos de balsa que salía de los bosques sin la documentación adecuada.

Rodrigo Sierra habla de la importancia del árbol de balsa en la Amazonía: es hogar de un sinnúmero de especies de aves, se    usa para transportarse por los ríos y tiene además un alto valor espiritual en las tradiciones de la nacionalidad achuar.

Desde fuselaje para aviones hasta aspas

Durante la Segunda Guerra Mundial, Ecuador aprovisionó a los países aliados de la madera balsa para la construcción de los aviones que bombardearon la campaña alemana. Actualmente, la balsa se usa fundamentalmente para fabricar las aspas de generadores de energía eólicos.

Esta madera liviana se obtiene de un árbol que crece en bosques tropicales, a una altura de entre 300 y 1.000 metros.    Cada árbol ofrece un rendimiento considerable, dado que puede llegar a medir entre 25 y 30 metros. Por lo general, muere a los 6 o 7 años, pero para sacarle el máximo beneficio se corta a los 3 o 4 años, cuando su madera alcanza la mejor calidad. Los árboles que pasan de los 5 años, pierden valor, dice Rodrigo Sierra, un investigador ecuatoriano. “La madera se vuelve más densa”, señala.

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Asia es el continente de mayor demanda de la balsa ecuatoriana. En los últimos años, China otorgó miles de millones en subsidios para incentivar la instalación de paneles solares y generadores de viento en todo el país.

Mes récord

Septiembre fue el de mayor exportación en 2020, con 75,2 millones de dólares y 14 mil toneladas métricas, según la    Asociación Ecuatoriana de Industriales de la Madera.