CONVERSATORIO MADRES BUSCADORAS
Valeria Campos, madre de Michelle Montenegro y Alexandra Córdova, madre de David Romo, participaron de un conversatorio moderado por Amanda Villavicencio, en la Facso.Karina Defas / Expreso

David Romo: 12 años después, su memoria vive en el aula 61 de la Universidad Central

En el 12° aniversario de la desaparición del estudiante de periodismo le rindieron un homenaje en la Universidad Central

Era el aula 61 de la Facultad de Comunicación Social (Facso) de la Universidad Central aquel 16 de mayo de 2013, cuando el hijo de Alexandra Córdova salió de su última clase, alrededor de las 20:45, rumbo a su casa. 12 años después, y ante los ojos húmedos de su madre y otros familiares, aquel salón de clases recibió un nombre: David Romo, en memoria de aquel alumno que soñaba con ser periodista pero que no pudo volver a casa, ni a estudiar, ni a tocar su guitarra, ni a leer sus libros de filosofía, de poesía y de astrofísica.

Sí, han pasado 12 años pero en ese momento, cuando la placa fue develada por Córdova y un estudiante, quienes conocieron al joven David y quienes escucharon su historia en un aniversario más de su desaparición no pudieron evitar llorar. Antes, se vivió una mañana emotiva en el auditorio Pedro Jorge Vera, de la Facso, en donde se organizó una jornada para recordar un caso que sigue en la impunidad y, a través de eso, recordar también otras historias inconclusas, como la de Michelle Montenegro, a quien su familia le perdió el rastro el 5 de junio del 2018, y de tantas otras personas que no han vuelto a casa y de tantos padres, madres, hermanos, hijos que no olvidan y que no dejan su lucha por encontrarlas.

MURAL DESAPARECIDOS 16 DE MAYO
El artista ecuatoriano-boliviano Martín López ponto un mural en homenaje a Álvaro Nazareno, Michelle Montenegro, David Romo y Carolina Garzón, todos desaparecidos.Karina DefaS / Expreso

Ecos de la ausencia: jornada por la memoria, la justicia y la verdad’ fue el nombre de este encuentro que organizó la Facso en memoria de su eterno alumno. Hubo discursos de un asambleísta recién posesionado, Andrés Castillo, quien ofreció empezar la próxima semana su trabajo por los desaparecidos; intervenciones para recordar cómo era David en los pasillos de la Universidad Central y, además, música.

Hubo unos minutos para contar cómo la versión oficial incluyó enfrentar a Córdova a un relato crudo y una supuesta reconstrucción de los hechos en que se considera revictimizante: la forzaron a mirar cómo mataban a un cerdo, lo abrían, extraían sus vísceras, lo desmembraban y lo quemaban con un soplete, para decirle que eso fue lo que habría ocurrido con su hijo. Ella no solo ha denunciado esta revictimización sino también que nunca se habría hecho una pericia para rastrear el celular de su hijo, pese a que ella fue la última persona que habló con él cuando viajaba en un bus y le contó que unas personas querían obligarlo a bajar. El caso tiene al menos 120 cuerpos y la familia aún no ha podido localizar a David, o, si fuera el caso, sus restos.

Una canción para David Romo

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Su prima, Rafaela Romo, tenía 15 años cuando David tenía 21 y desapareció. Ella recuerda que salió con su madre y su hermano a buscarlo por las calles. Todos pensaban que aparecería pronto. Las horas se volvieron días, semanas, meses y años. La angustia creció y no, no lo encontraron. El mayor de sus primos, el protector, el bromista, el solidario, el que tenía facilidad de palabra, el que le decía que no debía tener miedo de crecer ni de ir a la U, el que era seguro de sí mismo, el que tocaba la guitarra y que era parte de una “familia muy musical” y cantaba para la abuelita Eloína, no llegó.

“No creíamos que sería algo a largo plazo, teníamos la esperanza de que David aparezca a la semana siguiente. Se volvió un dolor que está ahí, permanente. Hoy soy mayor de lo que era David cuando desapareció y me parece surreal. Él era el mayor. Mi alma no termina de asimilar que él ya no está aquí, conmigo”, dice Rafaela. Una vez, Córdova le pidió que si algún momento le llegaba la inspiración, compusiera una canción para David. Un día de 2020 esa inspiración llegó y Rafaela escribió Te encontré. Fue el tema que cantó durante el homenaje y aunque no se considera una guitarrista experta, le pareció necesario acompañar su voz con ese instrumento porque era el que David amaba: “Esta melodía extraña tu sonrisa, se vive escapando de todas las injusticias”, reza parte de la canción.

Madres buscadoras

En el encuentro hubo un conversatorio de madres buscadoras en el que participaron Córdova y Valeria Campos, madre de Michelle Montenegro. Estuvo moderado por Amanda Villavicencio, quien compartió también minutos antes su experiencia y su dolor y angustia desde que su padre, Fernando, fue asesinado cuando era candidato presidencial en 2023. Campos señaló que cuando una madre pasa por la desaparición de una hija, todo cambia. “Nuestras vidas se congelan, se transforman en lucha, en búsqueda, en dolor, en rabia, en resistencia”.

La esencia de David está presente en la facultad, en el corazón de ustedes, en ese mural, en estos pasillos, en esta aula y en cada acción por las miles de personas desaparecidas en este país"

Alexandra Córdova

Madre de David Romo

Ella y Córdova no tenían únicamente a sus hijos desaparecidos y cuentan que saben que los demás también las necesitan y que gracias a ellos han sobrevivido. En estos años han hecho cosas que jamás se imaginaron: pintar murales, ir a protestas, reunirse con autoridades que les prometen resultados que nunca llegan, subir montañas, bajar pendientes, meterse al Machángara a buscarlos, enfrentarse a la negligencia del Estado, porque las pericias se hacen cuando ha pasado demasiado tiempo, entrar a la morgue “porque siempre los buscan como muertos” y defender la memoria de sus hijos porque ellos no están para decir que lo que han dicho sobre sus vidas es mentira.

Sus rostros y nombres perennizados 

En los exteriores de la Facso, un mural del artista ecuatoriano-boliviano Martín López con el rostro de David Romo, Michelle Montenegro, Carolina Garzón y Álvaro Nazareno (los dos últimos desaparecidos en 2012 y 2011, respectivamente), quedará como un homenaje en su memoria y un tributo a la lucha de sus familiares que durante todos estos años no han parado de preguntar en dónde están los suyos y no han dejado exigir la verdad.

Y en el aula 61, que desde este 16 de mayo lleva el nombre de David Romo, se leerá una frase por él y por todos los que han desaparecido o muerto y aún no se conoce en qué circunstancias ni a todos los responsables: “Cuando la memoria resiste, la ausencia se transforma en un eco de justicia”.

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