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Arauz creería que su intención sería... Pero no

Sugestivas fotos de reunión correísta en México. Así son los talleres donde se diseña lo que el candidato debe pensar.

Reunión de la mesa chica del correísmo en México, noviembre de 2020
Reunión. Esta es una de las fotos de la cita que sostuvieron el candidato presidencial con funcionarios del régimen de Rafael Correa.EXPRESO

Las fotos de la reunión en México aparecieron en el momento preciso. ¿Es esa la mesa chica del correísmo? ¿El cuarto de guerra de la campaña electoral? ¿El núcleo de un eventual gobierno de Andrés Arauz? Enrique Menoscal, director del partido Centro Democrático (el que Jimmy Jairala prestó a los correístas), presente en esa reunión, cree que consigue absolver todas las sospechas solo con decir que fue un taller. “Taller” es la palabra menos comprometedora que encuentra para describir esta situación en la que un candidato a la Presidencia de la República ha viajado al extranjero para encontrarse con un puñado de prófugos de la justicia sobre los que pesa una lista interminable de investigaciones judiciales y a quienes salpica una sentencia de la Corte Nacional en la que se utilizan las palabras “banda criminal” para referirse a los suyos. Patiño, Correa, los hermanos Alvarado… Si alguien faltó es porque está preso.

Se puede admitir que es un taller. Se puede, incluso, conceder que las fotos, como insistió Menoscal a este Diario, no fueron filtradas, con lo cual quiere significar que los presentes en la reunión no tienen nada que ocultar. En realidad, nada de eso es importante. La clave de la reunión es quién la preside, y cualquier ecuatoriano con dos dedos de frente sabe que no es precisamente el candidato. No puede serlo. ¿Cambiará esta situación en caso de que se convierta en presidente? Taller, central de campaña, mesa chica, lo que fuera: lo que aparece retratado en esas fotos es el gobierno paralelo en el exilio de la probable presidencia de Andrés Arauz. Un gobierno presidido por quien ha declarado su sed de venganza sin disimulo ni atenuantes y ante quien el hoy candidato tendrá que rendir cuentas, sí o sí, por más que se esfuerce en este momento de la campaña por demostrar su improbable independencia de criterio y por establecer que él no habla más que a nombre propio, que dice lo que piensa.

Correa- Arauz- Mexico

La foto del ‘cuarto de guerra’ del correísmo, se tomó en México

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Es lo que hay. Estos gobernarán el país si vuelve a ganar el correísmo.

“La reflexión es sencilla -se escucha decir a Arauz en el único y brevísimo fragmento de video filtrado de esa reunión en México-: si tienes de repente un montón de plata para dar a cada ciudadano 400 dólares, ¡entonces mejor contrátalos!”. Así pensaba el candidato correísta a principios de noviembre del año pasado, que es la fecha confirmada por Menoscal para la reunión de marras. Se podría decir que Rafael Correa, sentado a su derecha, lo interrumpe dos segundos antes de que se corte el video, aunque no se alcanza a entender nada de lo que dice. Se podría también tratar de interpretar el gesto paternal del expresidente: la mano tendida hacia el brazo del candidato, en señal de apaciguamiento. Todo eso termina siendo muy incierto. La única verdad es que, después de esa reunión, ahí donde Arauz decía “si tienes plata para regalar 400 dólares a cada ciudadano, mejor contrátalos”, empezó a decir: “vamos a regalar mil dólares a un millón de ciudadanos”. ¿Cambió su modo de pensar? ¿Sigue pensando como antes pero decidió poner a un lado sus ideas en beneficio de una estrategia política? ¿Qué piensa en realidad? Ese es precisamente el punto: no importa. Lo que piense o deje de pensar Arauz resulta, para efectos prácticos, absolutamente irrelevante. No lo pusieron de candidato para que piense.

El ejemplo más conocido para demostrar este punto es el del aborto. ¿Cuál es su posición al respecto?, le preguntó ya después de la primera vuelta el periodista Roberto Álvarez en una entrevista para el canal Televicentro. “Mi posición no es tan relevante porque tenemos una Constitución en vigencia”, respondió Arauz poniéndose en el exacto lugar que le corresponde. Cualquiera sabe que no es la Constitución la que vuelve irrelevante su postura frente al aborto. Hay, de hecho, otros temas (la reelección, por ejemplo) en torno a los cuales el texto constitucional parece tenerle sin cuidado. Quizás estaba pensando en reformarlo cuando dijo en Ecuavisa aquello de que: “El pueblo ecuatoriano que recuperará el poder de su soberanía, de su futuro, el 24 de mayo, aspiramos a que pueda estar en el gobierno 20, 50 años”. Entonces ¿qué piensa realmente Andrés Arauz sobre la Constitución? Nada. La reformará en unos puntos sí y en otros no de acuerdo a lo que decida ya se sabe quién en una reunión como la de las fotos. Por lo demás, su perfil de joven rockerito de la Academia Cotopaxi permite suponer que está a favor del aborto. Pero lo dicho: no importa.

Rueda de prensa de Andrés Arauz, 13 ene. 21

Ropa naranja para los correístas

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¿Más ejemplos? Los hay como arroz. Véase su contrapunto con Antonella Calle, una joven militante ecologista de los Yasunidos, en el programa feminista “Indignadas”, que se viralizó en las redes sociales al inicio de esta semana y donde él se mostró, a su pesar, como un depredador extractivista. Con respecto a la consulta popular que el correísmo escamoteó tramposamente a los Yasunidos, Arauz se solidarizó con ellos. Esto fue lo que dijo: “Yo leí todo un informe, una investigación periodística que demostraba todo el proceso de manipulación detrás que impidió la realización de la consulta”. “Manipulación” no es una palabra suave cuando se trata de impedir el ejercicio de la democracia directa por parte del pueblo soberano en un gobierno que se dice republicano. Que el gobierno de Rafael Correa se robó la consulta popular sobre el Yasuní: eso es lo que el candidato piensa. Pero, como de costumbre, no importa. Él no restituirá a los Yasunidos el derecho conculcado, no acogerá sus planteamientos, no enmendará el proceso. En contra de los principios que dice profesar, él hará exactamente lo que habría hecho Rafael Correa. Y si tuviera que robar otra consulta, también lo haría.

“¿Piensas continuar con la explotación petrolera en el Yasuní?”, le preguntó Antonella Calle con frontal informalidad luego de insistirle varias veces en que no quería una respuesta retórica, que le bastaba con un sí o un no. Y él: “Mira, yo creería que en principio mi intención sería evidentemente no continuar”. Pobrecillo: esclavo de otros por vocación y voluntad, Andrés Arauz recurre a todas las mediaciones verbales posibles y a todos los condicionales que caben en una frase para posponerse a sí mismo, para anularse, para expresar de la manera más delicada posible que él, en realidad, no es nadie. “Yo creería que mi intención sería”. Pero no: “la decisión (de explotar el petróleo del parque nacional Yasuní) está tomada. Yo no la apoyé en su momento pero ya se dio”. En este caso no es la Constitución la que vuelve irrelevante su pensamiento: es la decisión tomada y que él, obviamente, no puede revertir porque esa decisión la tomó alguien a quien conviene no enojar. Sin pensamiento propio, Andrés Arauz mantiene hipotecada también su voluntad.

No es un papel fácil el suyo pero él está perfectamente preparado. Tiene exactamente lo que se necesita para no pensar: dominio de una jerga. Administración racional de un discurso cerrado, que se diseña en reuniones o talleres como los de las fotografías y que crea la ilusión, cuando lo escuchamos, de que nos encontramos ante un ser articulado e inteligente. Y no es que Arauz necesariamente no lo sea, al contrario: inteligencia le sobra. Nomás no la ejerce. Él solo creería que su intención sería. Pero no.