
La afinidad ideológica es lo de menos en la carrera por Quito
Desde el lunes se inscribirán candidatos sin relación con el partido que les apoya. Ley no impide esta figura, pero analistas cuestionan la práctica
En época electoral el ‘golondrinaje’ no solo se da en los cambios de domicilio. De los 12 precandidatos a la Alcaldía de Quito, al menos, un 60 % correrá bajo el auspicio de organizaciones políticas con las que poco o nada han tenido que ver en el pasado. Algunos incluso desplazando a los militantes.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) aprobó ayer el texto de la convocatoria a las elecciones seccionales y del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS). Mañana se la hará oficial en cadena nacional y desde el lunes podrán inscribir oficialmente las candidaturas.
En la capital, los procesos de democracia interna de las organizaciones políticas dejaron algunas sorpresas como la del exalcalde Jorge Yunda que espera terciar con el respaldo de Pachakutik, aunque se lo vincula más con el correísmo, corriente que cuando estuvo en el Gobierno fue hostil con los dirigentes indígenas.

Elecciones 2023: Un ojo más minucioso a los aspirantes a las alcaldías de Guayaquil y Quito
Leer másPedro José Freile se califica como “liberal en muchos asuntos”. En 2021 firmó la denominada Carta de Madrid impulsada por el partido de la extrema derecha española VOX para “combatir al socialismo del siglo XXI”, pero ahora buscará la Alcaldía de la capital con el apoyo del Partido Socialista Ecuatoriano (PSE).
Luisa Maldonado, que en las seccionales de 2019 fue la carta de Revolución Ciudadana, fue la última en ser elegida esta vez por el partido Avanza creado por Ramiro González, que ahora está prófugo. Esta organización tiene una conformación variopinta de tendencias. En su momento apoyó la reelección de Rafael Correa y en 2016 tuvo un acercamiento fallido con el Partido Social Cristiano (PSC).
Inty Gronneberg es la propuesta de la Izquierda Democrática (ID). Fue una de las primeras alternativas de este partido para la Presidencia de la República, antes que Xavier Hervas, y luego estuvo más cerca de Andrés Arauz, candidato del correísmo, que de la alternativa de la socialdemocracia.
En ese grupo se ubica Andrés Páez que su última candidatura a la vicepresidencia en 2017, lo hizo cobijado por CREO, antes fue militante de la ID, y ahora buscará administrar la ciudad con el auspicio de Sociedad Patriótica, partido liderado por el expresidente Lucio Gutiérrez, por quien Páez votó a favor de su destitución en el Congreso de 2005.
Mauricio Alarcón, director de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo, explicó que esta situación se da en todo el país y que en Quito es donde se visibiliza esa realidad de mejor manera. “Es una burla para el país que candidatos que primero se autoproclamaron y sin respetar a las bases, aparecen ahora auspiciados por organizaciones políticas que no guardan coherencia ni con sus pronunciamientos previos y menos con la ideología y el plan de Gobierno”.
Centro Democrático desplazó a su militante Juan Ramón García, que fue el primer precandidato a la Alcaldía de Quito, y en su lugar seleccionó al actual concejal Omar Cevallos que llegó al Concejo Metropolitano bajo el auspicio del desaparecido Movimiento Concertación.
María José Carrión dejó la extinta Alianza PAIS (ahora Mover) y se unió al Movimiento Amigo, organización política de la que no se conoce su postura ideológica, pero ha servido de plataforma de diversos actores políticos en su corta existencia y estuvo vinculado en sus inicios con el exasambleísta Daniel Mendoza, procesado por corrupción.
De estas coincidencias de última hora, la única perjudicada es la ciudad, considera el expresidente de extinto Tribunal Supremo Electoral, Medardo Oleas. “Tenemos partidos políticos que se activan únicamente en época electoral y están presionados a poner candidatos para tratar de evitar su eliminación. Por otro lado, muchos aspirantes a alcalde que llegan sin un plan integral propio y menos de la estructura política que ahora les auspicia”, señaló.
El consejero electoral, José Cabrera, recordó que el Código de la Democracia no exige que los candidatos escogidos sean necesariamente adherentes o afiliados a las organizaciones políticas para poder participar.