Quito

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Los moradores se quejan del exceso de cables. Indican que, cuando estos se caen o son descartados, nadie se responsabiliza por ellos.Angelo Chamba

Quito: el soterramiento de cables, una deuda pendiente

Vecinos se quejan de ‘los tallarines’ que afean las vías.  Una ordenanza está pendiente. La Empresa Eléctrica tiene un plan para once sectores

La estética del barrio San Carlos, en el norte de Quito, ha cambiado con los años, sí, pero no para bien. Según sus habitantes, la cantidad de cables cruzados entre las calles y las viviendas, que han ido apareciendo, lo afean.

No es una problemática solamente de este sector. Hay otros, de norte a sur, que se han visto ‘empañados’ por esas ‘telarañas’ y en donde el soterramiento es solo una utopía.

Marcia Ramírez, una moradora de San Carlos, comenta que los cables en ocasiones llegan hasta el piso. Pero, además de volver antiestético el lugar, hay otra queja: “Los pillos hacen de las suyas. Se cuelgan y trepan a los patios, roban lo que encuentran y se van”.

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Pero el principal problema al que se enfrentan los comités barriales es que no saben a quién acudir para que se resuelva el inconveniente.

“Es un peligro. Hay cabos sueltos y nadie hace nada. Las empresas de telefonía, cable-operadoras e internet llegan, realizan sus trabajos e instalan nuevos cables. Los antiguos los dejan allí, abultados”, señala Patricio Medina, otro residente.

Explica que el problema se agrava cuando el camión de la basura pasa y arranca los ‘tallarines’, debido a que están a la altura incorrecta, generando preocupación sobre si son o no de alta tensión. “No están cumpliendo con el espacio que se les otorga en los postes. Eso provoca que los cables se aglomeren y que las pesadas estructuras se inclinen”, comentó.

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Vecinos señalan que los cables colgados son utilizados por antisociales para descolgarse hacia los patios de las viviendas cercanas.Angelo Chamba

Y efectivamente, ese es el caso. Cada empresa debe ocuparse de sus propios cables, y no hay aún normas que sancionen a quienes no lo hagan.

En febrero de 2020, el Cabildo intentó establecer una ordenanza para el soterramiento de cables de electricidad y otros servicios. Esta propuesta por la Comisión de Conectividad del Concejo Metropolitano, planteaba entregar una licencia especial de construcción a las empresas que firmaran acuerdos asociativos para la canalización subterránea de sus redes.

Sin embargo, la pandemia frenó el proceso y la normativa aún se encuentra en proceso de elaboración.

Mientras tanto, el único plan concreto para resolver el problema de “los tallarines” pertenece a la Empresa Eléctrica Quito (EEQ), que empezó un plan de soterramiento en once sectores de la ciudad en 2019, y que fue retomado a fines del año pasado.

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Las obras empezaron en seis puntos: la avenida Pérez Guerrero, La Carolina, los alrededores del Estadio Olímpico Atahualpa, El Batán, la avenida Mariana de Jesús y el Centro Histórico. Este último tiene prioridad, indicó la entidad.

No obstante, para cumplir con el plan, que plantea el soterramiento de 42 kilómetros de cables de luz, la entidad aguarda el arribo de tres microtuneladoras que evitarán la necesidad de abrir zanjas y complicar el flujo vehicular. Estas debieron llegar el mes pasado, pero pese a ello, el trabajo continúa.

En el caso de otras empresas, como las que ofrecen servicios de internet, el soterramiento aún es un plan lejano, que dependerá de la normativa municipal a futuro.