Quito

Situacion-El-Beaterio
En el conjunto Terranova, sesenta y cinco de los ochenta apartamentos están vacíos. Los moradores indican que pese a intentos por cerrarlos, personas ingresan sin permiso.Karina Defas

El Beaterio está en alerta

El abandono de inmuebles ha llevado a que la ocupación ilegal sea frecuente. Moradores indican que la situación ha generado inseguridad

Alejandra Cedeño duerme poco. Se despierta de manera intermitente para revisar la puerta y las ventanas. Teme que alguien se meta a su casa y le haga daño.

Ella vive en el Conjunto Terranova, ubicado en El Beaterio, al sur. Su vivienda es la única habitada de la cuadra. Los espacios contiguos están abandonados y los pillos aprovechan para robarle hasta la ropa sucia.

En este bloque de 80 departamentos, 65 están deshabitados. A pesar de que algunas entradas están bloqueadas, los ‘invasores’ rompen los vidrios o las tablas y se instalan, sobre todo en las noches.

Allí se puede ver la ropa que han usado, colillas de cigarrillos, botellas vacías, e incluso colchones desechos.

La mujer indica que para comprobar si está o no en su hogar, quienes se instalan en el condominio tiran piedras a las ventanas o al techo de su domicilio. “Prendo las luces y estoy atenta. Hasta me imagino que se meten al cuarto de mi hija”, comentó aterrada.

Marco Aguay, dirigente de esta cuadra, comenta que su vecina no es la única víctima. Hace un par de semanas desvalijaron una camioneta dentro de un garaje. “Tienen paso libre por la parte de atrás de las casas”, explicó. Otros dos autos también fueron robados en las casas de sus dueños.

El problema no es nuevo, tiene una década y se complicó hace cinco años, desde que el barrio, fundado en los años setenta, empezó a vaciarse por su cercanía a la planta hidrocarburífera de Petroecuador, hasta donde llegan dos poliductos desde las refinerías de Esmeraldas y Shushufindi.

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En 2013, el Cabildo de la época estableció una franja de seguridad de 500 metros alrededor de la estructura y planteó la reubicación de cuatro de los dieciséis barrios de la localidad, un total de 220 familias.

La situación, explica el urbanista David Ramos, autor del estudio ‘La construcción del hábitat en los barrios del Beaterio’, generó un vaciamiento y un incremento en la inseguridad de una zona que ya tenía un alto índice de carencias y delitos. “El paradigma de la ventana rota en Estados Unidos señala que en áreas donde hay una gran cantidad de viviendas abandonadas o en mal estado prolifera la inseguridad. En este caso, la despoblación de El Beaterio generó un efecto similar, con una dinámica de vaciamiento, abandono y ocupación que generó mayor inseguridad, y por ende, más vaciamiento de vecinos que optaron por mudarse a zonas que percibían como mejores”, señaló.

4.500 hectáreasfueron designadas para reubicación tras la implementación de la franja de seguridad

La pandemia, agregó Aguay, representó un repunte en la ocupación de Terranova y también de los robos a transeúntes en las calles aledañas.

Así, cada día, cuando empieza a oscurecer, los vecinos procuran caminar por otras vías, o acompañados, porque no saben el momento de que alguien, agazapado en la oscuridad, se lance a robarles.

La Policía establece que sí llevan a cabo controles, pero que los invasores se meten con facilidad y constantemente deben sacarlos de los inmuebles.

El sargento Juan Córdova señala que Terranova es uno de los puntos donde hacen la mayor cantidad de patrullaje. “Sacamos gente de las viviendas todo el tiempo, pero se meten con facilidad”, dijo. Agrega que no pueden estar constantemente en el lugar, lo que convierte al sitio en blanco fácil.

A esto se suma que la Unidad de Policía Comunitaria está a más de tres kilómetros de los sitios más problemáticos, como explica el dirigente barrial.

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Estamos dispuestos a ‘hacer vaca’ para construir una UPC más cercana. Un terreno que no ha sido usado por más de una década podría ser la sede”, agregó.

Con él concuerda Gabino Donoso, otro morador de la localidad. “Si nos aprueban eso, tenga la seguridad de que nos organizaremos para pagar servicios, todo”, señaló.

Para Ramos, no obstante, un aumento en el control policial no será suficiente para frenar la ocupación de El Beaterio.

“Terranova no es el único punto problemático, y eso se debe a que es un sector que está feneciendo. La manera de frenar la inseguridad es con una intervención que haga de este un barrio vivo. Para eso se necesita interacción comunitaria, áreas verdes y seguridad. Un solo elemento no es suficiente”, añadió.

Con él concuerda Marcelo García, presidente de la Coordinadora de Unidad de los Barrios del sector, quien considera que debe haber un plan de intervención total en la localidad. “Llevamos 20 años pidiendo la salida total de la planta, y que ahí se construya un parque. Si la gente se siente segura, volverá”, dijo.