Quito

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Rutina. Todas las mañanas, los residentes del albergue en la mitad del mundo, se despiertan temprano para limpiar sus habitaciones y desayunar antes de salir a buscar empleo.Angelo Chamba

Albergues, en alerta roja

Care Ecuador presentó un informe al respecto. Hay al menos 12 casas de acogida en Quito para personas migrantes, refugiadas y en situación de calle.

Desde las seis de la mañana los residentes del albergue para migrantes y refugiados de la Fundación Nuestros Jóvenes, ubicado en la mitad del mundo, al norte de Quito, inician su rutina para limpiar y mantener el orden en las instalaciones.

Lo hacen a pesar de la escasez de productos de limpieza y de voluntarios para gerenciar el lugar.

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Por la pandemia de COVID-19, doce albergues similares a este, ubicados en distintos sectores de la ciudad, debieron disminuir su atención y capacidad de recepción, debido a la falta de recursos, y ahora apuestan por diversos mecanismos para sobrevivir.

 

Care Ecuador publicó a finales de junio un informe en el que da cuenta de la situación de los albergues en el país. Visitaron 12 en Quito, 3 en Huaquillas, 2 en Machala, 2 en Portoviejo, 2 en Manta, 2 en Tulcán, 4 en Ibarra y 6 en Lago Agrio.

“La situación que enfrentan es muy difícil y mucho más para los grupos vulnerables. Es urgente una mayor presencia y apoyo del Estado”, dijo Alexandra Moncada, directora ejecutiva de Care Ecuador.

Los convenios con organismos internacionales y del Estado parecen la única alternativa de supervivencia, al no haber políticas públicas concretas que ayuden a estos espacios de manera constante y a corto plazo.

Albergues como el ubicado en el bulevar 24 de Mayo, en el centro de Quito, cuentan con el apoyo del Patronato San José de la Alcaldía, pero aun así dependen de donaciones en muchos aspectos, como alimentos y mantas para el frío.

Solo ocho voluntarios trabajan todos los días en el albergue de la mitad del mundo, pero necesitan más ayuda para arreglar, por ejemplo, el techo de los edificios donde están las habitaciones para personas solas y ordenar las bodegas donde están las donaciones.

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“Mi esposo, mis tres hijas y yo caminamos desde Venezuela hasta Ecuador por 64 días. En Quito pasamos por otros dos albergues, pero no nos podían recibir porque estaban llenos”, comenta una de las residentes del albergue, quien prefiere mantener su anonimato.

Albergues tradicionales de Quito como el San Juan de Dios, para personas en situación de calle y migrantes,y la Casa Refugio Matilde, para mujeres víctimas de violencia de género, se apoyan en organismos como el Programa Mundial de Alimentos y la Organización Internacional de Migraciones para ofrecer comida y un sitio donde dormir.

De los albergues estudiados por Care Ecuador, indican que no todos cuentan con servicio de alimentación. Solo el 88 % lo ofrecen; de los cuales, apenas el 50 % provee algún tipo de dieta especial para pacientes oncológicos, embarazadas, personas con diabetes y VIH.

En el refugio de la mitad del mundo mantienen un emprendemiento de panadería y pastelería, y todas las noches hornean panes y galletas que algunos de sus residentes venden para conseguir algo de dinero mientras se establecen.

Los tiempos de estadía en estos espacios varían entre los tres y quince días. Puede ser más tiempo si es una familia, pero también dependerá de los recursos que tenga el albergue para mantener a las personas.