
Un rincón donde cada objeto cuenta una historia diferente
Un comedor en Playas exhibe un museo del pasado para sus clientes
En el barrio Santa Isabel, de Playas, provincia del Guayas, un comedor se ha convertido en un verdadero museo del pasado. Entre sus estanterías y rincones, se exhiben más de 50 objetos antiguos, muchos de ellos con un gran valor histórico y cultural.
Algunos de estos artículos datan incluso de la época colonial, como un filtro de agua de cerámica que aún se conserva en perfecto estado y se encuentra en la esquina del establecimiento. También destaca una radio de los años 40, de aquellas que funcionaban con tubos de vacío, y lámparas náuticas de 1948 que se utilizaban para iluminar los barcos durante las travesías nocturnas.
(Los invitamos también a leer: Playas cuenta con el Parque de las Artes )
El lugar también alberga máquinas de escribir y coser de los años 60, lavaderos metálicos de los años 30 y una amplia variedad de objetos que transportan al visitante a otras épocas: cámaras fotográficas antiguas, candiles, tocadiscos, candelabros, planchas a carbón e incluso carteles de hojalata con publicidad de productos que ya no existen.

Testimonio de la vida pasada
Más que un negocio, este espacio funciona como un testimonio tangible de la vida cotidiana de generaciones pasadas, una cápsula del tiempo que invita a la nostalgia y a la reflexión sobre el paso del tiempo expresa Fortunato Maruri, dueño del local que lleva su nombre ubicado en su casa del barrio Santa Isabel.
Maruri no solo colecciona objetos antiguos, sino que también rescata memorias que muchos han dejado atrás. Algunos de los elementos más preciados de su colección los ha encontrado en los lugares insospechados, pero para él son unas reliquias.

Algunos de los elementos más preciados de su colección los ha encontrado en los lugares más insospechados, como una plancha de los años 40 que funcionaba calentándose directamente sobre brasas de carbón, una reliquia de otro tiempo que rescato de un basurero.
Otros artículos han llegado a sus manos justo antes de terminar en el olvido, como una radio de 1948, de aquellas que funcionaban con baterías en épocas y lugares donde la electricidad era un lujo, cuyos dueños lo iban a votar. Muchas piezas las heredó de sus abuelos y padre, algunas las ha adquirido por su cuenta y otras tantas le han sido regaladas, en un gesto de reconocimiento a su pasión por conservar la historia.
"Maruri, además de ser un excelente chef, es el coleccionista que rescata la historia desde el olvido", comenta Roberto Peralta, cliente habitual del lugar. Según relata, quienes llegan a disfrutar de sus platillos, primero recorren con asombro el espacio, deteniéndose a observar las reliquias que cuelgan de las paredes o descansan en estanterías. Sólo después se sientan a la mesa, no solo a saborear los sabores de Playas, sino también a empaparse del alma histórica que envuelve a la Casa de Maruri.
¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!