
Ceviche, seco y licor: los sabores de la mesa de muerto en Santa Elena
El festín que sirve a sus difuntos va desde licor, ceviches y seco de gallina
La mesa de muerto es una de las tradiciones más antiguas y simbólicas de la provincia de Santa Elena. En ella, las familias preparan un banquete con los platillos y bebidas preferidos de sus seres queridos fallecidos, convencidos de que sus almas regresan para compartirlos. Más que un acto culinario, es una expresión de fe y memoria colectiva que une generaciones. Entre rezos, aromas y sabores como el picante de pescado, el seco de gallina o la torta de camote, los peninsulares mantienen viva una costumbre que trasciende el tiempo y reafirma el vínculo eterno entre los vivos y los muertos.
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De acuerdo con registros de la Casa de la Cultura de Santa Elena, este rito se practica desde hace siglos y habría sido fortalecido durante la época de la conquista española. La costumbre dicta que el 1 de noviembre se ofrece la mesa para los muertos pequeños y el 2 de noviembre para los difuntos mayores.
Al amanecer, la familia se reúne en una habitación cerrada y en silencio; la persona más anciana invoca los nombres de los fallecidos y les pide permiso a Dios para que puedan venir a comer. En muchas casas, la mesa se cubre con un toldo, símbolo de respeto y recogimiento, y nadie puede ingresar durante el día, para no interrumpir el banquete de las almas.
El menú que se sirve es un verdadero festín de sabores peninsulares: picante de pescado, ceviche, seco de gallina criolla, torta de camote, natilla (dulce de maíz), gaseosas, cerveza y, por supuesto, el licor preferido del difunto. No puede faltar el tradicional ‘pan de muerto’, alimento sagrado de la jornada.
El historiador José Villón Torres explica que en la Costa se lo conoce así, mientras que en la Sierra se llama “guaguas de pan”. “A veces se confunde el término, pero es importante aclararlo”, señala, pues cada región mantiene su propio simbolismo.
El significado de la creencia
Según Villón Torres, entre los comuneros persiste la creencia de que los difuntos realmente acuden a comer. “Cuando la comida servida en la mañana pierde su sabor por la tarde, se dice que el difunto sí la disfrutó”, comenta.
Otra creencia asegura que si una familia omite la mesa, los espíritus se molestan y castigan a sus descendientes. “Quienes enferman o sienten debilidad después de los días de difuntos”, añade el historiador.
Así, cada año, entre rezos, aromas y sabores, los peninsulares reafirman un legado que trasciende el tiempo.
¿Qué tiene una mesa de muerto en Santa Elena?
- Picante de pescado: plato tradicional que simboliza la abundancia del mar.
- Ceviche: infaltable en las comunas costeras, preparado al gusto del difunto.
- Seco de gallina criolla: considerado un plato de celebración y homenaje.
- Torta de camote: dulce típico que representa dulzura y gratitud.
- Natilla (dulce de maíz): postre ancestral preparado en honor a los mayores.
- Pan de muerto: elemento sagrado que en la Costa reemplaza a las guaguas de pan.
- Gaseosas y cerveza: bebidas que acompañaban al difunto en vida.
- Licor preferido del difunto: ofrenda principal para invocar su presencia.
- Toldo o cubierta sobre la mesa: símbolo de respeto y recogimiento espiritual.
- Velas y fotografías: elementos para guiar a las almas durante su visita.
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