Modelo agotado, vandalismo, sedición

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Se podrá pensar que el modelo económico se está agotando, pero no se puede dejar de defender valores como la honestidad, responsabilidad, sensatez...

El mundo cambió después de la caída del Muro de Berlín. La antigua rivalidad Este-Oeste o de totalitarismo vs. democracia occidental, dio paso a consolidar un modelo económico de libre mercado o capitalista. Como consecuencia de ese cambio, se multiplicaron planteamientos como sustituir la antigua división por la integración, la confrontación por la complementación de esfuerzos. Luego se habló del imperio de la calidad total, de reingeniería, de ventajas comparativas o competitivas, de globalización o de aquello que el líder sudafricano Mandela definió como un mundo internacionalizado e interdependiente. En el trasfondo de esas “novedosas” propuestas había una realidad, el mundo asistía al surgimiento de un nuevo orden: la sociedad industrial que prevaleció entre los siglos XIX y XX estaba siendo reemplazada por una nueva sociedad en que predomina el desarrollo tecnológico, lo cual determinó que se acuñe una frase que sin duda es la más acoplada a la actual situación: “vivimos una sociedad que no termina de morir, que será reemplazada por otra que no termina de nacer”.

Se podrá pensar que el modelo económico se está agotando, pero no se puede dejar de defender valores como la honestidad, la responsabilidad, la sensatez, el respeto al derecho ajeno, sin lo cual es imposible la paz. Nada justifica que vándalos sin alma destruyan o roben bienes ajenos, que se interrumpa el derecho a la movilidad de los otros, que se ataque el derecho a la libertad de los demás; constituyen derechos humanos que costaron mucha sangre a la humanidad. No se puede soslayar que hay sectores políticos extremistas que atizan una sedición.

El Ecuador no puede seguir hundiéndose en un despeñadero a lo incierto. Es el momento de que ciudadanos sinceros y honestos: blancos, mestizos, montuvios, negros, indígenas, jóvenes o viejos, ricos o pobres, encuentren acuerdos NO sobre la nada NI para destruir algo, sino para construir una sociedad con mayores niveles de bienestar colectivo. No hay que olvidar que “en la concordia crece lo más pequeño, en la discordia se arruina lo más grande”; “el peor mal de la humanidad es no combatir lo malo”.