Entre la risa y la burla

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Vargas olvida y desmerece la acción de sus antecesores; arrastra la imagen que tanto costó construir a la Conaie, desde aquel levantamiento indígena de los años 80 en que se obligó al país a prestarles oído y contar con su parecer.

Mark Twain decía que la risa es un arma verdaderamente eficaz de la raza humana. La risa es un tesoro, una bendición, una cascada de alegrías. Pero la risa no es lo mismo que la burla; y pobre de quién no entienda la diferencia.

No he dejado de pensar, en ello, tras el bochornoso incidente ocurrido en Guatemala del que Jaime Vargas ha salido muy mal parado. No me refiero a la expulsión o intimidación de la que fue víctima junto a otros 2 dirigentes indígenas, sino a las frases que han salido de su boca, muy lejos de ser tomadas en serio: ni para reír, ni para llorar.

Las comparaciones pueden ser odiosas, pero a veces necesarias. Aquí lo explico:

La histórica dirigente indígena Lourdes Tibán se hizo famosa en Ecuador por su forma de encarar las cosas: frontal, sin miedo, y haciendo uso del humor. A través de frases que provocaban carcajadas, decía verdades durísimas. Dejaba un cuestionamiento severo que llegaba con el término de las risotadas. Qué pena saber que Jaime Vargas no logró aprender de ella; sus últimas y polémicas frases no han generado risa sino burla, y la burla es una sombra que va carcomiendo la luz de todo líder.

Debo decir que me molestaba la crítica a su uso de corona de plumas para momentos especiales; la constante corrección a su fonética española; me irritaba el desconocimiento de tantos ecuatorianos a los símbolos de la nacionalidad achuar de Vargas, una de las tantas que convergen en la Conaie, la Confederación de Nacionalidades Indígenas que tanto bregó para convertirse en la voz de un conglomerado importante y vital del Ecuador. Pero ahora no puedo más que sumarme al desconcierto general por su reiterada comparación de creerse quien no es. Jaime Vargas NO es el segundo mandatario; Jaime Vargas NO es el segundo presidente de Ecuador.

El desconcierto de unos es la burla de otros y veo muy difícil que pueda librarse de esta suerte de liviandad en la que ha caído.

Vargas olvida y desmerece la acción de sus antecesores; arrastra la imagen que tanto costó construir a la Conaie, desde aquel levantamiento indígena de los años 80 en que se obligó al país a prestarle oído y contar con su parecer. Es cierto que los grupos indígenas no han alcanzado todas sus demandas, que no por ser viejas son inválidas. Tienen derecho a reivindicaciones centenarias, a exigir por las promesas incumplidas. Es justo su reclamo de equidad y respeto. Pero un líder que provoca burlas no es garantía de representarlos con dignidad.

No sé cuál es la postura de la Conaie, seguramente será muy difícil elevar una protesta contra su presidente, o exigirle moderación y cambios. Pero para eso están sus líderes históricos, los abuelos como los llaman en privado. Los viejos con su sabiduría, quienes seguramente entenderán con claridad el abismo que hay entre la risa y la burla.