Indolencia

El Ecuador, por esos azares del destino, tuvo el acierto de elegir de presidente, remontada épica de por medio, a un personaje que cada día nos demuestra que está dispuesto a sacrificar su tiempo y tranquilidad por ver a nuestro país salir a flote de, tal vez, la más pavorosa crisis multidimensión de la historia ecuatoriana.

Evidenciando con hechos su entrega cívica, nuestro presidente busca por todos los medios llegar a consensos con todo el espectro político, con resultados poco alentadores, que nos hacen pensar en que un trágico sino de ingobernabilidad nos perseguirá hasta la eternidad.

Por supuesto que a quienes llevamos más de cuatro décadas viendo este espectáculo deprimente, ya nada nos sorprende, más si vemos cómo el agua y el aceite se mezclaron ( correísmo y socialcristianismo) para evitar que el bien triunfe sobre el mal; podemos concluir que el Leviatán se apresta a engullirnos en sus fauces de fuego. En consecuencia, habremos desperdiciado la oportunidad única de haber elegido a un auténtico patriota que nos ofreció su concurso para sacarnos del oscurantismo del siglo XXI.

Los ecuatorianos de a pie tenemos la obligación de defender, con uñas y dientes, el proyecto de progreso que ha propuesto Guillermo Lasso.