Editoriales

Vía a la costa, una metáfora

"Puentes, pasos a desnivel, convertir la carretera en avenida. Ha habido varias propuestas de solución, pero ahí quedan"

La vía a la costa es, desde hace unos años, más que simplemente el trayecto que lleva a los guayaquileños a la playa. Es un ala importante del crecimiento de la ciudad, y podría ser una ocasión para -por fin- amistarse con el planeamiento urbano pensado en las personas. Sin embargo, es evidente que aquello no se está dando. Quienes transitan en auto, bus, moto o bicicleta deben adivinar el inicio y fin de los carriles y esquivar agujeros, como si se tratase de un peligroso videojuego de obstáculos. Los que más sufren la desconexión de la realidad que tienen los encargados de la vía a la costa (y de toda la ciudad) son los cientos de personas que deben cruzarla. Muchos corren para llegar a su destino y seguir con vida en el intento. Se trata, sobre todo, de mujeres y hombres que trabajan en ciudadelas y comercios ubicados al pie de ambas direcciones de la vía rápida y que también tienen derecho a que su ciudad los proteja de no morir por el simple hecho de caminar hacia sus plazas de trabajo. Puentes, pasos a desnivel, convertir la carretera en avenida. Ha habido varias propuestas de solución, pero ahí quedan. La vía a la costa es una metáfora del país: iniciativas privadas que buscan el progreso y un Estado que deja a su suerte a muchos de los ecuatorianos de a pie.