Dónde están que no se ven
Es infame y notoria la ausencia de agentes de tránsito, tanto de la ATM como de la ANT
Lejos de mejorar, el tráfico en Guayaquil y sus alrededores es cada día más caótico. Los buses y grandes camionetas hacen en las calles lo que les viene en gana, deteniéndose donde sea, cambiándose de carril, irrespetando e intimidando a los vehículos pequeños, a los que obligan a hacerse a un lado para darles paso y así evitar ser chocados. Las motos serpentean entre los vehículos mientras ruedan y cuando esperan en los semáforos, apareciendo de improviso, con el riesgo de ser impactadas, sin que el conductor del auto logre advertir su presencia, pudiendo luego ser culpado por el accidente y teniendo que responder económicamente o con prisión. En las carreteras la situación es igual de grave. Merece comentario aparte el retorno desde la playa a Guayaquil los fines de semana. El congestionamiento empieza ahora en Zapotal, convirtiendo en un calvario de hasta cuatro horas un trayecto que normalmente se hace en hora y media. La viveza criolla y el irrespeto llevan a los conductores de autos y de buses a invadir el carril de emergencia y a circular en contravía con tal de avanzar más rápido.
Es infame y notoria la ausencia de agentes de tránsito, tanto de la ATM como de la ANT para controlar, organizar y dirigir el tráfico donde y cuando realmente se los necesita. Solo se los ve poniendo multas.