La vacuna ya es de todos
Contratistas que pagan una cuota por seguridad para poder trabajar. Embarcaciones que para atracar deben pagar peaje a las mafias y colocar una señal que ellos mismos les entregan como prueba de que se sometieron a sus deseos
Las vacunas, la forma camuflada con la que ahora se llama a las extorsiones de las mafias del crimen organizado, inoculan a cualquiera. No importa el estatus social, la edad, la profesión, ni siquiera si se trata del sector privado o público. Los grupos narcodelictivos no tienen escrúpulos. Con tal de obtener dinero fácil para financiar sus actividades ilícitas son capaces de todo, hasta de quitar la vida.
El ingenio no tiene límites. Ni la obra pública está exenta. Hay contratistas que tienen que pagar una cuota por seguridad para poder trabajar. Las embarcaciones para atracar deben pagar el peaje de las mafias y colocar una señal que ellos mismos les entregan como constancia de que se sometieron a sus deseos. Todo esto a vista y paciencia del Gobierno Nacional.
Es un dilema, pero no hay discusión. Es pagar o asumir las consecuencias. La segunda opción, aunque dura de tomar, al menos da un mensaje al extorsionador: aquí no tiene oportunidad.
El Estado tiene que hacer su parte y dar seguridad a quienes pagan sus impuestos para recibirla. El sector privado también. Contribuir, económicamente de ser necesario (sí, más dinero), para fortalecer a la Policía. Y la justicia, responder a los ciudadanos y no a las mafias. Solo una sociedad unida hallará una vacuna para las vacunas.