Rozando el caos

Ante la gravedad de la situación se vuelven imprescindibles medidas definitivas que evidencien que el Estado va por el camino correcto y que pronto se verán los resultados

La inseguridad es un problema de todo el Ecuador, pero en Guayaquil está alcanzando niveles que rozan los límites del caos. La delincuencia se está tomando toda la ciudad. Incluso espacios públicos aparentemente bien resguardados, como el Malecón 2000, donde la ciudadanía podía pasear con aparente tranquilidad, ya han sido escenario de robos y hechos de violencia. A pesar del estado de excepción decretado por el Gobierno, los niveles delictivos no han decrecido. Las cárceles constituyen otro escenario donde el Estado no ha podido poner fin a la violencia, pese a la intervención policial y a que las Fuerzas Armadas vigilan los exteriores de los centros de detención. En la Penitenciaría del Litoral son los presos quienes imponen las normas ante la impotencia de autoridades y fuerzas del orden.

La imagen de un Estado firme, presente y capaz de imponer el orden se construye con acciones contundentes y efectivas, y es lo que genera la sensación de tranquilidad y protección en la población. No existe un país libre de delincuencia pero los gobiernos ejercen el control y garantizan la seguridad en la sociedad. Ante la gravedad de la situación se vuelven imprescindibles medidas definitivas que evidencien que el Estado va por el camino correcto y que pronto se verán los resultados.