El resurgir del miedo

Es imperativo, para superar el miedo, reconstruir las utopías, atreverse a inventar otras nuevas, mantener viva la esperanza’.

De entre la amplia gama de sensaciones vinculadas al cotidiano accionar de los seres vivos, una, emergente, es el miedo. Sentimiento destinado a la protección de la vida, ha ido evolucionando a través de los siglos hasta llegar a ser el germen fundamental de la angustia de los días que corren.

Están llenos de miedo los migrantes, los obligados, de distintas maneras, a dejar el suelo patrio para empezar la no siempre venturosa aventura de recomenzar. Son casi 300 millones en el mundo, más de la mitad de ellos son trabajadores sin trabajo. Están llenos de miedo los jóvenes, sin certezas de futuro pese al gran esfuerzo que cumplen en incrementar su preparación académica y por ello mismo plenamente conscientes de la gran tragedia ecológica que amenaza al planeta. Pero también los viejos. Los especialmente vulnerables a la COVID-19 o porque la sufrieron y sobrevivieron, o porque la podrían sufrir cualquier momento con la única certidumbre de que para entonces estarán más viejos. En el actual momento de la humanidad, que con exagerado optimismo se denomina pos COVID-19, se vive lo que Martha Nussbaum denomina “monarquía del miedo”, situación que “bloquea la deliberación racional, envenena la esperanza e impide la cooperación constructiva en pos de un futuro mejor”.