Planificar las ciudades

La planificación urbana requiere transparencia y una buena forma de conseguirla deriva de la magnitud de la participación ciudadana que 

Pareciera que el concepto ha cobrado vigencia entre los administradores locales. Ahora se los escucha hablar de planificación entre sus mecanismos de acción pero, su real avance y plena implantación son aves raras. Por eso un enorme desorden es visible en las ciudades grandes y en las de mediano tamaño. En las más pequeñas es menos evidente, aunque se nota en la falta de orientación del gasto público; tienen un pequeño estadio, por ejemplo, aunque no posean agua potable y alcantarillado.

Respecto de los grandes conglomerados poblacionales se plantea una planificación que no puede ser tal si no cuenta con una amplia participación en su diseño por parte de sus presuntos beneficiarios. Los planes de desarrollo de nuestras ciudades deberían constituirse en una especie de documento público, al cual tengan acceso todos los ciudadanos. Siendo escasos los recursos económicos con que ahora se cuenta, las organizaciones deben extremar la calidad del gasto público y un buen mecanismo para lograrlo está en la participación de los individuos y las instituciones que tienen capacidad para opinar y sugerir al respecto. En ese propósito es fundamental la participación de los sectores académicos. En definitiva, una planificación digna de ese nombre nos compete a todos.