Cada vez que salen a relucir las declaraciones patrimoniales y de pago de impuestos de funcionarios, magistrados y candidatos se detectan asimetrías que, siendo anormales, resultan típicas. 

La acumulación de patrimonio debe estar relacionada con la renta producida, mas, no es así. Hay patrimonios de millones de dólares cotejados con declaraciones de impuesto a la renta inexistentes o que de ninguna manera se compaginan con las riquezas reportadas. Si la información conocida es sospechosa, debemos preguntarnos ¿qué ocurre cuando la información se esconde? 

La respuesta a esta interrogante la hallamos en los patrones de consumo conspicuo que muchos de tales actores exhiben: casas en urbanizaciones de lujo, vehículos de alta gama, viajes, o en asiduas salidas a restaurantes. 

Hay presunción de corrupción, pero también es un tema alimentado, paradójicamente, por escalas de remuneraciones que no siempre se compadecen con las responsabilidades del servicio público. Estructurar una administración que sea más ágil y eficaz, donde la calidad tenga primacía sobre la cantidad y se premie debidamente la meritocracia, es uno de los cambios que puede dar como resultado una mejoría significativa en la calidad de gobierno.