Negligencia conveniente

La presencia de aves en las inmediaciones de la terminal aérea es un riesgo para los usuarios, pero más riesgoso es tener autoridades que cogen el problema, lo guardan en un cajón hasta cuando este estalla.

Ni uno, ni dos, ni tres. Durante más de diez años las autoridades locales y nacionales conocían de la presencia de aves en las cercanías del aeropuerto de Guayaquil. Conocerlo y no hacer nada es simplemente negligente. Que esta realidad saliera a relucir cuando permanece sobre la mesa la construcción del nuevo aeropuerto a la zona de Daular, en donde 81 solares son propiedad del exesposo de la actual alcaldesa, parece ser un momento bastante conveniente.

Ocultar el problema no lo desaparece. Callar tampoco. La presencia de aves en las inmediaciones de la terminal aérea es un riesgo para los usuarios, pero más riesgoso es tener autoridades que cogen el problema, lo guardan en un cajón hasta cuando este estalla. Y más riesgoso aún es que esas mismas autoridades encuentren en ese problema una forma de sacar un rédito para ellos o para terceros.

Lo inmediato es encontrar una solución. Los usuarios merecen un servicio sin peligros que se pueden prevenir. El aeropuerto es una de las puertas de entrada a la ciudad. Guayaquil no puede darse el lujo de mostrar una puerta de entrada despintada o maltrecha. La ciudad merece una terminal única, diferente y, sobre todo, segura.