En manos del hampa

Qué espera el Estado. Que lleguen los vacunadores a ‘venderles’ seguridad a los habitantes de La Puntilla. Y ya no será un doble pago, sino triple

Se fueron de Guayaquil en busca de seguridad. Pagaron altas sumas de dinero por lotes y casas en urbanizaciones cerradas, pero ni los muros ahora son garantía de que la delincuencia no tocará a sus puertas.

En la parroquia La Puntilla de Samborondón, el hampa ha llegado con fuerza. Tal vez no con la misma intensidad que en su vecina Guayaquil, pero su cercanía con la ciudad y la apertura de nuevas rutas de conexión (léase también vías de escapa para los delincuentes) han convertido a esta localidad en un punto atractivo para quienes quieren cometer sus fechorías. La creatividad de los delincuentes los ha llegado incluso a utilizar el río y el sedimento acumulado por años como vía de acceso a las urbanizaciones y casas al pie del Guayas.

La realidad es compleja y se está complicando cada vez más. Quienes habitan en esta localidad pagan doble por seguridad: al Estado a través de impuestos y a la empresa privada que resguarda las urbanizaciones. Si ninguno de los dos es capaz de retribuir ese pago con un servicio eficiente, algo no está bien.

Qué espera el Estado. Que lleguen los vacunadores a ‘venderles’ seguridad a los habitantes de La Puntilla. Y ya no será un doble pago, sino triple. Vivir en paz y tranquilidad es un derecho de todos.