Editoriales

Una lucha dispareja

La desaparición de más de $ 500 millones de los fondos de Isspol hace evidente que las instituciones del mercado de valores andan a la deriva...

La sucesión interminable de escándalos de corrupción y su desenvolvimiento posterior demuestran que la criminalidad ha evolucionado, que sus recursos materiales, sus escudos profesionales y su capacidad para influenciar repetidamente los pronunciamientos de la justicia, superan aquellos que poseen la Fiscalía y los entes de control del Estado, que no están a la par en talento y conocimiento de los novedosos delitos financieros.

La desaparición de más de $ 500 millones de los fondos de Isspol hace evidente que las instituciones del mercado de valores andan a la deriva y la Superintendencia de Compañías carece de la capacidad institucional de supervisión; que los contribuyentes son quienes deben cubrir las sinvergüencerías que caracterizan hoy la vida pública; y que la delincuencia organizada, científica y técnicamente, se ha tomado al país para sembrar las huestes de nuevos ricos.

Mientras persista el sistema actual de reparto de los fondos públicos desde la Cuenta Única, las distribuciones que se hagan reflejarán las prioridades ministeriales, y no lo requerido, como lo son la autonomía financiera de la Fiscalía y los entes de control para limpiar la basura de deshonestidad que nos agobia.