Editoriales

Luces, agua y tinte

Es recurrente el reclamo de los Gobiernos Autónomos Descentralizados hacia el Ejecutivo...

No son los componente de un escenario. Es la muestra de la contradicción de los municipios del país a la hora de priorizar sus gastos. Resulta inverosímil que, mientras el Gobierno nacional se apura en aprobar una reforma económica que eleve los ingresos -probablemente con un alza tributaria-, los municipios se permitan el lujo de destinar sus recursos a programas superflúos o ineficaces para la ciudadanía. 

Es recurrente el reclamo de los Gobiernos Autónomos Descentralizados hacia el Ejecutivo para que canalice puntualmente -y en efectivo, no en papeles- lo correspondiente de la asignación presupuestaria a sus arcas. Lo indignante es que, de algún lado, saquen margen para pintar el pelo en ciudades donde el servicio de agua potable es un derecho humano no garantizado por la autoridad. O que se gaste el triple de dinero -casi un millón de dólares- en iluminación navideña para una población muy inferior a la ciudades principales. 

O que, con una ciudad por reconstruir después del paro, haya fondos millonarios para las fiestas de diciembre. O que se instale mármol importado del lejano Egipto para colocarlo en calles y sea retirado y sustituido por su inoportuna utilidad. No hay lógica que lo sustente. Ninguna al menos que esté alineada con el bienestar ciudadano.