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Habla ahora o...

"Los aspirantes a presidente de hoy son, salvo excepción, del mismo corte que los pasados y que los que ya gobiernan en ciudades: políticos sordos y mudos que ni en campaña, cuando deben seducir, explican qué quieren hacer"

O tendrá Ecuador un mandatario de fina piel que no solo no responderá a preguntas sino que encajará mal las críticas a su gestión, cuando menos. Cuando más, vivirá en una burbuja con idolatradores en la que, pese a los indicadores y el malestar externo, se empeñará en creer que lo hace todo bien.

Esto, que podría parecer un augurio aventurado, ya ha ocurrido. Lejos de corregir las manías persecutorias de anteriores presidentes, aún hay candidatos que ahora, cuando deberían mostrar su mejor cara y seducir a todo el que tenga un voto que prestar, se cierran, se niegan a responder y son pacatos ante el escrutinio de unas promesas que, siendo tan ligeras, mal podrían considerarse proyectos políticos.

Lo más inquietante para el futuro del país es que son la mayoría. Los que saben frentear, responder y diseñar la ruta por la que conducirá a Ecuador son la excepción que confirma el limitado portafolio de presidenciables cualificados. Esto proyecta unos próximos cuatro años gobernados por ejemplares similares a los que ya se sufren en grandes ciudades y a los que se sufrieron años atrás: mandatarios sordos y mudos que solo escuchan halagos y que no se empachan en ignorar a las voces que alumbran las deudas que mantienen con sus votantes y con los ciudadanos.