Editoriales

Ética cotiza a la baja

"Si el punto de partida de las candidaturas es admitir postulaciones de investigados por la Justicia, no es de extrañar que la pandemia de corrupción en el país esté lejos de extinguirse y se institucionalice el descrédito de la ciudadanía"

Tener investigaciones por corrupción, es decir, por abusar y despilfarrar recursos públicos, no es impedimento para ser presidente, esto es, para ser la cabeza de un país, que decide en qué y cuánto se invierte el dinero del Estado. Pese a lo inverosímil y contradictorio, es una realidad en Ecuador. En la papeleta electoral de febrero de 2021, los obstáculos que se han presentado han sido más bien de índole burocrático o administrativo.

Un sinsentido que no solo lanza un mensaje de alegre descaro, sino que da todas las facilidades a los sospechosos para buscar el refugio de la inmunidad electoral como motivación para correr por la presidencia o por la Asamblea. Si no quiere ser presidente, sino evadir unos meses a la Justicia, presente su candidatura. Es la lección que dejan las decisiones atropelladas de la autoridad electoral.

Si ese es el punto de partida de las postulaciones, no es de extrañar que la pandemia de corrupción esté lejos de extinguirse en este país y, peor aún, que el desapego de la ciudadanía -ya anestesiada por tantos escándalos- ante la clase política termine definitivamente con la credibilidad de las instituciones. Caldo de cultivo para los nuevos salvadores de la patria.