Editoriales

Estancados en la nada

Más allá de las obras que se hayan levantado -con más o menos rigor-, nada ha cambiado.

En octubre los ojos se centraron en el paro nacional, la violencia y las consecuencias para la estabilidad democrática. Ahora es el coronavirus. Pero cuando estas crisis o situaciones inesperadas prolongadas pasan, Ecuador vuelve a ser el país estancado y desmoralizado que se ha construido en la última década.

Más allá de las obras que se hayan levantado -con más o menos rigor-, nada ha cambiado. Los ciudadanos siguen con una percepción de que no importa quién gobierne, siempre habrá corrupción, siempre habrá problemas económicos y los esfuerzos individuales -laborales e impositivos- se pierden en una difusa gestión de lo público.

Una clase política de altura, entendedora de lo que significa ser servidor público y transformar los esfuerzos nacionales en desarrollo integral del país se habría sentado hace rato a una mesa de consenso para afianzar las bases a largo plazo de lo que requiere Ecuador: una línea económica que pueda mantenerse sólida ante los avatares de los impactos externos y, sobre todo, de los cambios políticos; una estrategia educativa y de salud consolidada con miras a varias generaciones y no a resolver los incendios del día a día... Improvisar y pensar en el hoy nunca será la semilla de la que florezca una nación. Como evidencia, solo hay que mirar atrás.