Élites indelicadas

Desde el más irrelevante hasta la cúpula. Lo del mea culpa y el apego personal al civismo ya es capítulo aparte.

Acostumbrado está Ecuador a que haya ciudadanos más listos que otros. No por dotes naturales, sino por abuso. Esto es, no son más inteligentes, pero se benefician más que el común de los ecuatorianos por sus conexiones. Esas élites indelicadas están por doquier. Ni siquiera hace falta ser rico o nacer con padrino. Hay una normalización de los privilegios injustificados. En todas las sociedades, siempre ha habido grupos con mejor posición. Brecha social por medio -aparejada al deseable propósito de reducir la desigualdad-, lo más cuestionable y aberrante son los que abusan de sus conexiones para sacar tajada. De los turnos de vacunas, de los contratos, de los trámites, de los pagos agilizados, de los nombramientos, de la laxitud en los controles tributarios o de lavado de activos. Eso es corrupción. El respeto a la ley, para ellos, es flexible. Para los demás, es riguroso.

Nada que esté sustentado en este tipo de atajos es limpio. Per se. Por el simple concepto de partir con una ventaja que ni es natural ni está contemplada en el ordenamiento por razón alguna. De ese tipo de personas o de personas con ese tipo de comportamientos hay que hacer limpieza exhaustiva en todos los estamentos de la sociedad. Desde el más irrelevante hasta la cúpula. Lo del mea culpa y el apego personal al civismo ya es capítulo aparte.