Editoriales

Ejercer de presidente

'O es incapaz o parece serlo, pero el Gobierno muestra con su lenta y silenciosa respuesta que no puede resolver el problema de las cárceles. Una violencia que asusta a todos y que necesita acción y presencia'.

Ser presidente implica ejercer de presidente. Pareciera una obviedad pero la silenciosa o pasiva respuesta del Estado a la tensión carcelaria vuelve oportuno el recordatorio. El Gobierno es o parece ser incapaz de resolver un problema que atemoriza a los ecuatorianos, cuando una parte de la lucha contra la inseguridad y el miedo es demostrar que se está dando batalla.

La violencia en prisión levanta pánico y no basta con apaciguar -momentáneamente, hasta el próximo episodio- la prisión, hay que salir y dar la cara: gobernar y que se vea que se está gobernando. Ese mensaje es para los ciudadanos indefensos y también para los que quebrantan la paz de Ecuador con sus disparos, sus muertes y su droga.

Trasladar la culpa de lo que ocurre a un marco constitucional o a la poca flexibilidad de sus interpretaciones o a la herencia recibida es como lavarse las manos de un problema que uno, por servicio público, decidió asumir como propio el día que arrancó su carrera presidencial. Ser el jefe del Estado es hacerse cargo y decirlo, no despachar las dificultades o patearlas hacia la parcela de otro. Es también una obviedad pero la aparente desorientación de la Presidencia hace oportuno el recordatorio de lo que no es más que un sentido de Estado.