Editorial | Guayaquil: anarquía y descontrol

A menor escala se replica todas las semanas en Guayaquil, con actos delincuenciales, sin que las autoridades tomen medidas para frenarlo

Lo que vivió Guayaquil la noche del 31 de octubre con el recorrido de terror que realizó una caravana rodante, fue en realidad una demostración de poder y de irrespeto a las normas por parte de un multitudinario grupo, compuesto mayormente por motociclistas, aunque también por conductores de autos, e incluso con la presencia de menores de edad, todos ellos disfrazados; pero sin duda fue, más que nada, la comprobación de una total ausencia de la autoridad y de la acción tardía de las fuerzas del orden.

Disparos, actos delictivos, escándalo, congestión, vehículos rodando en contravía instauraron el caos en el centro, el malecón, túneles y las principales vías de toda la urbe, a medida que la horda motorizada seguía su trayecto, situación que se replicó con otras caravanas menores que recorrían otros sectores de la ciudad simultáneamente, cerrando calles, ocupando veredas, bloqueando puentes.

No es la primera vez que se da este fenómeno. A menor escala se replica usualmente los jueves en Guayaquil, con actos delincuenciales, sin que las autoridades tomen medidas para frenarlo, mucho menos para erradicarlo. La Gobernación y la Alcaldía no pueden ignorar la gravedad de los hechos. Lo ocurrido la noche de Halloween y los tropeles motorizados que se repiten todas las semanas ameritan acciones urgentes que acaben con la anarquía reinante en las calles.