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Un diciembre crudo

"La inseguridad en las calles se acentúa siempre en diciembre y especialmente en este año, con la desesperación por las pérdidas económicas y laborales que ha dejado la pandemia"

Tan fea está la cosa en cuanto a seguridad que los turistas que llegan -sí, aún aterrizan visitantes- al aeropuerto de Guayaquil, reciben una primera recomendación antes de salir por la puerta: “¿Quiere usted escolta policial para llegar a su lugar de hospedaje o domicilio?”. Siendo una acertada medida de protección, es también un termómetro de cómo respira la delincuencia en las calles. El refuerzo con efectivos no frena una situación que se repite todos los diciembres y que este año ha llegado con más virulencia. La otra epidemia nacional es la del miedo, provocada por los asaltos, secuestros exprés y robos en domicilios. Así no se puede vivir. Las cifras no representarán un despunte tan grande como el percibido, pero los casos particulares sí respaldan la sensación de inseguridad en el país. Lo que, inevitablemente, rebota en las autoridades que, año tras año y gobierno tras gobierno, tienen en sus manos la responsabilidad de encontrar una solución que nunca se ejecuta a cabalidad. ¿Qué otra prioridad puede tener el líder de un país que garantizar a sus ciudadanos salud, educación y seguridad? El balance, en un año especialmente crudo por las pérdidas económicas de la pandemia, no sale a favor de ninguno.