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Dueños de nuestro destino

"Es hora de que las instituciones de la sociedad civil guayaquileña emerjan de su aparente zona de complacencia y pasividad".

Si en Guayaquil nos sentamos a esperar que el gobierno central provea soluciones, en vez de aumentar la carga de los problemas, estaremos condenados a un creciente estado de descomposición económica y social. El desgobierno y la debilidad de las instituciones conspiran contra los guayaquileños y su bienestar. En el pasado, cuando la tutela central era marcadamente más tenue, el liderazgo local se hacía no solo oír sino respetar. Las iniciativas eran propias, fuere para llevar a cabo los proyectos de modernización de la infraestructura, para cuidar la salud, educar a los niños y jóvenes, e incluso para enterrar a los muertos.

Hoy el descalabro evidente del Estado trae consigo la caída estrepitosa de la actividad económica y el creciente desempleo. Es hora de que las instituciones de la sociedad civil guayaquileña emerjan de su aparente zona de complacencia y pasividad. Se requiere el liderazgo renovado; el que se escucha con voz estentórea y da pautas visionarias; el que impone la voluntad colectiva de la región; el que puede expresar con fuerza y dignidad: ¡Basta ya!

Rehusemos ser víctimas de las circunstancias. Tomemos al toro por los cuernos y volvamos a ser los dueños de nuestro destino.