Una cuestión de orgullo

...es hora de avanzar, recuperando la honra y dignidad de una sociedad que se ha enfrentado al centralismo en todas sus formas.

La pandemia de la corrupción corroe los cimientos de instituciones insignes de Guayaquil, que por décadas fueron las protagonistas del desarrollo de la ciudad más grande del país. Pese a los esfuerzos realizados por varias comisiones para detectar a cómplices y encubridores de las irregularidades administrativas y financieras cometidas en perjuicio de miles de ciudadanos que han pagado cumplidamente sus contribuciones con el Estado, las soluciones parecen ser una empresa imposible de concretar. 

En la salud pública, los casos de medicinas caducadas, sobreprecios en los contratos, deficiente atención al usuario, entre otros, se han multiplicado en los últimos años, mientras que el caos y la anarquía que han reinado en la academia local aún no se han podido erradicar, ante la indiferencia ciudadana, que parece acostumbrada a este tipo de escándalos. 

Se acerca el Bicentenario y es hora de avanzar, recuperando la honra y dignidad de una sociedad que se ha enfrentado al centralismo en todas sus formas, creando así instituciones que merecen ser rescatadas, caiga quien caiga. Es una cuestión de orgullo.