Cuesta de enero

El futuro próspero, tranquilo y seguro del país se fragua en cada casa y en cada individuo. Aunque no acompañe ni la política, ni la economía ni el clima. De la voluntad de todos de pende el porvenir de Ecuador’.

El fin de las festividades es como el final de la tormenta:deja todo en calma. Todos los años, el mes de enero es el reinicio mental de los ciudadanos y trabajadores, pero también el mes de letargo para muchos sectores tras la intensidad de diciembre.

Se fue el 2021 descafeinado por el largo tentáculo de la pandemia que no termina de despejarse en el imaginario colectivo como un temor. Arranca un 2022 y si hay quien todavía no ha retomado esa vieja aunque estéril tradición de hacerse propósitos a inicio de año, es hora de que vuelva a tener planes.

Todos necesitamos aspiraciones y metas. Aunque sean cortoplacistas e inestables. Pero ya es hora de desempolvar los sueños. Los momentos duros pasados enseñan a apreciar el hoy y a saber que no hay que dar por hecho el mañana. Ecuador se merece una oportunidad. Y esta no va a llegar ni de fuera ni de arriba.

El futuro próspero, tranquilo, seguro y desafiante del país se fragua desde abajo. Con el empeño de los ecuatorianos que se han enfrentado siempre a los contratiempos. Si la política, la economía, la educación o incluso el clima no acompaña, que sea la voluntad de todos, entendida particular y colectivamente, la que dé inicio a la inercia de optimismo y superación.