Editoriales

Sin control, la impunidad campea

"...es posible afirmar que la corrupción en el Ecuador de nuestros días sí paga, a expensas de la pobreza de los demás"

Luego de los largos años en que su personero, hoy prófugo de la justicia, actuó como encubridor, actor y cómplice de las prácticas corruptas del correato, la Contraloría General del Estado ha entrado en una nueva etapa de anonimato. Es el desenlace material del episodio de violencia vivido en octubre, cuando las hordas salvajes quemaron y destruyeron la sede institucional con la expectativa de borrar el rastro de las fechorías de los que asaltaron el país.

Y ese desenlace se resume en dos palabras: ¡impunidad total! Frente a esta burla de la justicia, sorprende la actitud del contralor, otrora activo con sus denuncias y proyectos, quien está hoy sumergido en el más absoluto silencio. ¿Será acaso que no existen respaldos de la información y los malhechores lograron su objetivo? Uno de los abogados defensores llegó al absurdo de argumentar, con insondable estulticia, que los asaltantes eran inocentes pues ¡su “cultura” los exime de culpa al no entender lo que estaban haciendo!

Lo cierto es que, entrando en la etapa final de un período presidencial, es posible afirmar que la corrupción en el Ecuador de nuestros días sí paga, a expensas de la pobreza de los demás.